Después de cuatro años, poco o nada se puede esperar de este gobierno en materia política. La esperanza de México sigue su tour de campaña girando y estirando su mismo y desgastado discurso.
Durante su visita a la Casa Blanca el presidente López Obrador entabló un anémico diálogo con su homólogo, Joe Biden. El tema central de ésta reunión ha sido la migración.
El periodista Rafael Cardona señala un hecho histórico logrado por el presidente durante su visita a los Estados Unidos: excluir de la agenda política el tema de la violencia generada por el narcotráfico.
El tema de interés del presidente estuvo enfocado en los migrantes. En la mano de obra buena y barato de mexicanos y sudamericanos que cruzan el país buscando saltar la frontera. El tema del narcotráfico, para el presidente, sigue siendo un tema menor que no requiere ampliarse a asuntos binacionales.
De las propuestas que el presidente de México ha hecho, dos de ellas prometen abastecimiento de gasolina al vecino país a cambio de visas.
Por una parte, se compromete a abastecer de gasolina a los automovilistas de la frontera sur de Estados Unidos. Considerando esta acción como una medida de apoyo, tomando en cuenta que la gasolina en México es más barata. Por otra parte, el presidente ofreció poner a disposición del gobierno americano más de mil kilometros de gasoductos a lo largo de la frontera sur con México para transportar gas de Texas a Nuevo México, Arizona y California.
Estas dos medidas o propuestas, a cambio de visas temporales de trabajo para migrantes, son ideas interesantes, menciona Cardona, pero como todas las ideas interesantes, no sirven para nada. Lo que sirve, continúa diciendo, es la materialización de esas ideas. Agregaría además que lo interesante no tiene compromisos con la realidad. Lo interesante en materia política, es una apariencia.
Y lo es porque, el presidente de los Estados Unidos no decide si se dan o no visas laborales. Eso le compete al congreso de ese país. Por otra parte, es difícil suponer que estas visas de trabajo, en caso de que sean otorgadas, puedan frenar el flujo migratorio. En todo caso, presiento que lo incrementaría. Los primeros en buscar una visa serían precisamente los ilegales que ya están del otro lado y que ya no representan como tal, un problema en la frontera. Dejando a los que vienen, a mitad del camino. El flujo de movilización no pararía, sino que, movidos por tener una vida digna y sobre todo legal, intentarían conseguir ese ansiado permiso de trabajo.
Por otro lado, el hecho de que México cargue con el subsidio de gasolina de los Estados Unidos, o de su frontera, no parece que favorezca a los mexicanos más necesitados. Al subsidiar la gasolina, para mantener los precios más o menos estables, como prometió el presidente en su campaña presidencial, es claro que, de una u otra forma, quienes se benefician más son las clases altas o medias. No las clases bajas.
El precio de la gasolina favorece a las familias, donde cada miembro tienen un auto particular. Las familias de las clases bajas, generalmente tienen uno por familia. Sin mencionar a los que están cruzando de Estados Unidos hacia México a cargar combustible. Así como tampoco mencionar el hecho de que el subsidio que el gobierno cubre representa el presupuesto destinado a Seguridad Nacional y representa la mitad del presupuesto destinado para fortalecer el sistema de salud, según apunta El País.
No es raro que el presidente haya buscado poner sobre la mesa el tema de la migración. Si se trata de ponerle un precio a estos migrantes, este sería aproximadamente de 60 mil millones de dólares; remesas que envían los trabajadores mexicanos que emigran hacia el país neoliberal y conservador que el presidente Obrador tanto detesta.
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