En México la gente está acostumbrada a escuchar palabras como "recesión" desde una edad muy temprana. Yo, por ejemplo, tenía unos seis años cuando la escuché por primera vez. Era 1981, si no mal recuerdo, o sea, hace cinco recesiones. Por lo que entendí, las recesiones eran un fenómeno terrible que hacía que la gente perdiera su trabajo y que el dinero perdiera su valor.
Esta palabra estaría presente en mi vida por muchos años. De hecho, fue una recesión la que obligó a mi familia a emigrar a los Estados Unidos, y la razón por la que decidí estudiar una licenciatura en economía, por más inútil que fuera el diploma en el mercado laboral.
En efecto, en Latinoamérica tristemente estamos acostumbrados a escuchar esta palabra con frecuencia, y a sufrir sus duras consecuencias. Lo que nunca me imaginé es que también fuera a formar una parte cotidiana de nuestro léxico durante nuestra aventura por los Estados Unidos.
Al borde de otra recesión
Hace unos días una poderosa agencia financiera llamada Standard & Poor's bajó la calificación crediticia del país, acercándonos un poco más a una segunda recesión luego de dos años de poco crecimiento económico y después de la denominada Gran Recesión que comenzó en el 2007.
Lo trágico es que muchos en la clase media así como incontables familias de pocos recursos nunca se repusieron del colapso económico de hace tres años. En los últimos meses, los consumidores han dejado de gastar y las compañías han respondido produciendo menos y contratando menos.
La reducción del puntaje crediticio no es sólo un duro golpe a la autoestima de país más rico y poderoso del mundo, sino también trae consigo consecuencias como intereses más altos para quienes busquen pedir dinero prestado.
En fin, se vislumbran tiempos más difíciles.
Los políticos tienen mucha culpa
Si bien la llamada del 2007 fue generada por una burbuja en el mercado de bienes raíces, una potencial segunda recesión sería la responsabilidad directa de nuestros políticos. O sea, aquellos tipos que elegimos para que velen por el bienestar del país.
Al finalmente elevar el techo de la deuda nacional, nuestros políticos demostraron una vez más que no son capaces de hacer a un lado su ideología por el bien de todos. En lugar de aprovechar la oportunidad para reformar programas arcaicos y costosos como Medicare, Medicaid y el Seguro Social, lo que hicieron fue hacer recortes federales a corto plazo que resultarán en la contracción de la economía.
En la reducción del puntaje crediticio, Standard & Poor's citó como una de las causas principales la falta de voluntad y capacidad política para resolver los problemas financieros del país.
"La efectividad, estabilidad, predictibilidad de la formulación de leyes y de las situaciones políticas se ha debilitado en un momento de continuos retos económicos y fiscales", señaló Standard & Poor's en su justificación por la degradación del puntaje.
(Por cierto, hablando de efectividad, estabilidad y predictibilidad, ésta es la misma agencia que otorgó los más altos puntajes a todos esos bancos e instituciones financieras que vendieron hipotecas podridas a medio mundo y que generaron el colapso de la economía en el 2008.)
... pero los políticos también tiene la solución
Todo esto deja al país en una situación muy precaria. Y con las elecciones presidenciales del 2012 a la vuelta de la esquina, los políticos tendrán nuevamente una oportunidad para reivindicarse.
En el tema del déficit nacional, los republicanos tendrán que escoger entre sus posturas ideológicas recalcitrantes que no les permiten subir impuestos o por lo menos cerrar lagunas tributarias u otra degradación del puntaje crediticio del país.
Los demócratas, por su parte, tendrán que reconocer que será necesario reformar programas sociales sagrados, como Medicare, Medicaid y el Seguro Social, o poner en riesgo al resto de la economía a mediano y largo plazo.
Obama es el que tiene que proveer el liderazgo. Tendrá que ser un mejor negociador, y encontrar la manera de estrechar estos polos opuestos políticos. No es una tarea fácil. Pero finalmente para eso está el presidente, para solucionar problemas complejos y difíciles.
La palabra recesión no tiene por qué convertirse en un término que aprenden los niños desde chicos.
No estamos en Latinoamérica, donde esperamos que nos fallen nuestros políticos. Es hora de sacar la casta y demostrar por qué somos el país más innovador, creativo y visionario del planeta.
Hiram Soto: 858.349.7940
hiram@livefromtheborder.com
Hiram Soto es columnista de Enlace, el semanario en español de San Diego Union Tribune. editorial@mienlace.com
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