Exploradores de National Geographic hallan los restos de Andrew “Sandy” Irvine, un alpinista británico desaparecido en el Everest en 1924.Tras un siglo de misterio, en septiembre de este año se descubrió una bota antigua con un pie en descomposición dentro, que llevaba la etiqueta “A.C. Irvine”.
El hallazgo fue realizado por un equipo dirigido por el fotógrafo y director Jimmy Chin, junto con los cineastas Erich Roepke y Mark Fisher, en el glaciar Rongbuk Central, en la cara norte del Everest. Durante su caminata por la extensión de hielo, el líder del equipo encontró la bota.
Al inspeccionarla más de cerca, se dio cuenta de que pertenecía a Andrew Comyn Irvine, conocido como Sandy. Aseguran haber levantado el calcetín y ver la etiqueta roja con el nombre, lo que les permitió reconocer la importancia del hallazgo.
Los exploradores creen que el hielo se derritió una semana antes de que se realizara el descubrimiento. Días después, trasladaron los restos con la autorización de la Asociación de Montañismo China-Tíbet (CTMA) y los entregaron para una identificación más detallada. Sin embargo, la etiqueta con el nombre fue suficiente para confirmar la identidad.
Es importante recordar que en 1999, un equipo de exploradores logró encontrar el cuerpo de George Mallory, el compañero que venía con Sandy; sus restos fueron localizados a una altitud de 8,155 metros.
La familia del alpinista desaparecido reacciona a la noticia
El equipo informó a la familia de Irvine, incluida su sobrina nieta Julie Summers, quien escribió un libro sobre el escalador. Summers expresó que se conmovió hasta las lágrimas al enterarse de la existencia de la bota.
“He vivido con esta historia desde que tenía siete años, cuando mi padre nos contó sobre el misterio del tío Sandy en el Everest”, comentó.
También declaró que se preguntaba si algún día se descubriría el cuerpo de Sandy y que le parecía improbable que, 100 años después, se encontrara algo nuevo.
La historia de los alpinistas desaparecidos
George Mallory y Andrew “Sandy” Irvine participaron en la tercera expedición británica al Everest en 1924, con el objetivo de convertirse en los primeros en alcanzar la cima.
El 8 de junio de 1924, fueron vistos por última vez cerca de la cumbre, pero jamás regresaron. Testimonios de otros escaladores, como el británico Noel Odell, informan que vio a los jóvenes a 1,200 pies de la cima, justo antes de que desaparecieran en las nubes.
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