El 22 de noviembre de 1952 fue un día trágico para la nación estadounidense, pues un avión tipo C-124 Globemaster ll de la Fuerza Aérea de Estados Unidos sufrió un fatídico accidente que acabó con la vida de las decenas de personas que lo abordaban.
La aeronave había despegado desde la base de McChord, localizada en Washington, Estados Unidos, con destino a la base de Elmendorf, Alaska, sin embargo, esta se estrelló contra el monte Gannett, con un pico de altura de 3 mil metros, ubicado en la región oriente de Alaska.
Tanto la tripulación como los 52 pasajeros perdieron la vida, pero debido a que en aquellos días, las condiciones climáticas impidieron emprender operativos de rescate para recuperar los cuerpos, el día de hoy, a 70 años de la tragedia, los esfuerzos continúan.
Pese a que anteriormente se habían realizado constantes exploraciones en la zona, ningún intento de búsqueda posterior logró localizar el sitio exacto del accidente.
En 2012, transcurridas seis décadas del accidente aéreo, un equipo de la Guardia Nacional de Alaska, el cual se encontraba realizando una misión de entrenamiento a bordo de un helicóptero UH-60 Black Hawk, identificó los restos de una aeronave en el glaciar Colony, situado en la ladera suroeste del monte Gannett.
Los esfuerzos de recuperación dieron inicio en junio del año mencionado y permitieron confirmar que los despojos pertenecían al C-124 desaparecido, aunque para ese entonces los restos se habían desplazado casi 23 kilómetros del sitio de impacto original.
Equipos del Comando de Alaska, en conjunto con la Guardia Nacional de Alaska, la división de Operaciones para Asuntos Mortuorios de la Fuerza Aérea y el Sistema de Medicina Forense de las Fuerzas Armadas han acudido cada verano para apoyar los operativos de recuperación en el glaciar Colony.
Hasta el momento se han recuperado e identificado 40 de los 52 militares fallecidos en el percance, lo que ha brindado algún consuelo a las familias que perdieron a sus seres queridos en la escarpada y gélida cordillera de Chugach.
Este año, los “Arctic Angels” (nombre que reciben los integrantes de la 11ª División Aérea, recién formada) se han sumado al esfuerzo para registrar un glaciar siempre cambiante y en constante movimiento, aportando su experiencia en montañismo para garantizar la seguridad de los rescatistas.
Esos soldados concuerdan en que su misión en el glaciar Colony encarna el voto de “nunca abandonar a un camarada caído”, promesa que forma parte del Credo del Soldado.
“[El operativo] es testimonio de que los militares, no obstante el tiempo transcurrido o el lugar en que se encuentren, siempre volverán a buscar a sus compañeros para llevarlos de regreso a casa”, explicó el sargento Kyle Dallman.
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