A principios de esta semana vivimos una de las caídas más prolongadas de las redes sociales pues permanecimos sin poder acceder a Instagram, Messenger, WhatsApp y Facebook por más de 4 horas.

El evento sin precedentes desató una ola de memes y de reflexiones sobre lo que podemos hacer sin estar bajo la influencia de estas vías de comunicación.

Un dicho muy popular dice “Cuando el teléfono tenía cables, éramos libres”, y ¡tienen razón! Parece que hoy nos provoca ansiedad no estar pegados al teléfono revisando nuestras notificaciones. Checamos el celular cuando comemos, cuando vamos al baño, durante el tráfico, en una cita y hasta, en algunos casos raros, la ducha.

Ante la falta de estas redes, muchos optaron por volver a las llamadas telefónicas, no obstante, un estudio llamado “Generation mute, millenials phone call statistics” donde 1,200 millennials estadounidenses fueron encuestados reveló que el 81% de las personas siente ansiedad al llamar al teléfono o siente que debe prepararse de una forma especial antes de contestar.

Hablar con alguien de forma inmediata les genera cierta incomodidad y rareza. ¡Un servidor también es parte de la estadística! Y sí, porque si para mandar un audio de WhatsApp a veces debes pensar con detenimiento lo que vas a decir, ¡ahora imagínate para una llamada!

Muchos de nosotros vivimos la transición de los teléfonos de cordón a los celulares y de ahí a la PC, el internet, los e-mails y las redes sociales, por lo que nos adaptamos de manera muy fácil al cambio, sin embargo, olvidamos algunas herramientas básicas de comunicación y por ello algunos nos llaman la “nueva generación muda”.

Lo anterior se debe a que optamos por otra forma de comunicarnos como los mensajes de texto, correos electrónicos o de voz antes que hacer una llamada; ¡y ni se diga de la generación Z! que a ellos les resulta completamente obsoleto y fuera de la tendencia.

De acuerdo con el profesor Enric Soler, colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), preferir plataformas asíncronas en donde los interlocutores no coincidan en el tiempo es para la gente de hoy “más fácil, cómodo y menos intrusivo”.

El fenómeno es tan curioso que si algunos ven sonar su celular eligen mejor no responder y usan como excusa “no lo escuché”, “estaba ocupado”, “venía manejando” o “no tenía cobertura”, entre otros mecanismos de defensa para evitar la charla.

Las ventajas de escribir un mensaje de texto es que, indudablemente, puedes borrar las palabras y echarte para atrás, mientras que la llamada telefónica conlleva una respuesta inmediata y en algunas ocasiones impulsiva, lo cual genera la ansiedad al mostrarse tal cual somos.

Esto se ha incrementado especialmente en la pandemia donde los millennials ahora deben interactuar vía Zoom para tomar clases o reuniones de trabajo, entonces todo representa un reto y en ocasiones hasta un drama.

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