Este año, Julián Leyzaola buscó por segunda ocasión la alcaldía de Tijuana, y aumentó su número de votantes con respecto a la elección de 2016, pero el efecto Morena arrasó con todos los cargos públicos que se disputaron en Baja California.
Ahora, el ex candidato se dedica a dar asesorías sobre su área de especialidad, la seguridad pública.
En entrevista para San Diego Red platicó sobre sus planes, la Ley Bonilla y los nuevos gobiernos.
También opinó sobre el operativo de Culiacán y las decisiones del gobierno federal que para él podrían afectar la popularidad de Morena.
Los números de aprobación de Andrés Manuel López Obrador se mantienen entre el 59% y el 72%, de acuerdo con diversas encuestas, pero Leyzaola tiene dudas sobre el papel que ha desempeñado y las ambiciones del mandatario y sus colegas de partido, como el gobernador Jaime Bonilla, en Baja California.
Y aunque dice que votó por López Obrador para presidente, comparte por qué cambió de opinión.
Yo esperaba un gobierno totalmente distinto. La realidad es que llegó a gobernar una persona ególatra y esa situación refleja en el estado. Al estado llegó uno de los dedos chiquitos de López Obrador, una persona que le ayudó bastante en su campaña y que le está pagando favores, es Jaime Bonilla
Este año hubo un intento de Bonilla por acercarse a usted, y usted prefirió no abrir esa puerta, ¿ha recibido invitaciones para sumarse a este u otros gobiernos?
Antes de la campaña hubo personas del equipo de Bonilla, no directamente Bonilla, que intentaron tener acercamientos conmigo. Me decían que si podía reunirme con el candidato y me negué porque consideré que no podía haber un resultado positivo. Después de eso ya pasé la campaña y yo sigo en actividad laboral profesional. En algún momento estuve apoyando San Luis Río Colorado, Rosarito, Cancún, Morelos, y ahorita me dedico a la parte profesional. Estoy asesorando empresas, una empresa trasnacional, sin dejar de lado desde luego la actividad de seguir en contacto con la población. La gente está asustada y me siguen viendo a mi como la figura que puede hacer algo. En lo que mis alcances puedo sigo dando ese apoyo, por lo menos en el área de orientación, tal vez de asesoría.
¿Cuál es su reflexión sobre este año y cómo piensa cerrarlo?
Este año fue la elección, una segunda elección o campaña que no se gana. A pesar de que no se ganó, considero que hubo un crecimiento muy fuerte. Competimos contra un monstruo que arrasó en las elecciones 2018 y se esperaba que arrasara totalmente también en las elecciones 2019. Pudiera pensarse que si arrasaron pero cuando ya vemos los números concretos objetivos, nos damos cuenta que morena, como partido, no la coalición de morena, morena como partido sacó aproximadamente 143 mil votos, y nosotros con el prd y el equipo de nosotros sacamos 140 mil votos
Todos los partidos políticos bajaron en sus preferencias con diferencia de nosotros. Bonilla cuando fue para senador sacó casi 900 mil votos y para gobernador sacó 360 mil votos o 380 mil, una caída tremenda. El PAN dejó de gobernar, el PRI pues... ya no se habla de ellos. Los únicos que crecimos de 92 mil a 140 mil fuimos nosotros. A pesar de que no ganamos la elección este año, considero que fue un buen año para nosotros.
El año pasado fue el año más violento de Tijuana y este año parece que podría alcanzarlo, con seis homicidios violentos diarios. Es muy pronto para juzgar a estos nuevos gobiernos, que entraron en octubre y en noviembre, pero ¿cuánto tiempo cree usted que sea suficiente para ver si habrá algún cambio?
En mi experiencia, para dar credibilidad o para criticar a una actividad laboral, doy un período de seis meses. En seis meses se debe reflejar ya alguna actividad positiva, o nada, que continúen las cosas igual, o peor, pero si alguien trae estrategia, plan de trabajo y si conoce el área donde está trabajando, yo creo que en seis meses es un tiempo totalmente adecuado para que se arrojen los primeros resultados.
Al frente de la Fiscalía General del Estado quedó Guillermo Ruiz, ¿fue un nombramiento acertado? Sabemos que fue abogado de Hank…
En lo personal no conozco a Guillermo Ruiz. Lo conozco por las notas que han salido en medios de comunicación, pero no creo que es el mejor candidato para encabezar un área tan delicada para un estado como es la fiscalía general y más cuando se estrena la fiscalía. Creo que había muchos perfiles muy superiores. Su fama pública pues no nos da la confianza de tener la fiscalía en las mejores manos y creo que le dan demasiado poder a una persona que no tiene el perfil adecuado.
Cuando entra López Obrador y anuncia la Guardia Nacional, parecía que habría una continuación de la militarización que vimos con Calderón. ¿Usted continúa a favor de la militarización? ¿Y cuál es su percepción sobre el papel de la Guardia Nacional, que se ha ocupado más bien de temas migratorios?
Yo siempre he estado negado a la militarización. Siempre. Considero que institucionalmente el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea tienen funciones muy concretas en la defensa del territorio nacional. No creo que el ejército deba emplearse para retomar responsabilidades que son de la PGR o de la Secretaría de Seguridad Pública Federal. Por otro lado, todos pensábamos que López Obrador hablaba de la no militarización. “El ejército a sus cuarteles”, decía. Y resulta que no. No solo no los devuelve a los cuarteles, sino que les da mayores responsabilidades y más del 50% son militares. Lo peor de todo es que teníamos la esperanza de que esta corporación tuviera alguna influencia en el panorama criminal del país, pero vemos que en lugar de darnos seguridad a nosotros, le dieron el sesgo para dedicarla como policía migratoria. Ahora que la guardia nacional quiso anotarse un triunfo personal en Culiacán, la realidad que fue algo ególatra de querer jalar las cámaras y reflectores deteniendo al Chapito. No avisaron a la Marina ni al ejército y cuando ya tenían el problema encima, entonces sí les hablan, pero las cosas ya estaban desbordadas era imposible contenerlo y pusieron de rodillas al Gobierno de la República.
Algunos lo califican como un operativo fallido, y otras personas aprueban la decisión que se tomó. El gobierno federal dijo que “en un enfrentamiento habríamos ganado, pero a costa de cuántas vidas”. En su opinión ¿se puede combatir al narco sin sacrificar vidas?
No es lo mismo que nos vendan las consecuencias a que conozcamos el interior de una operación. Desde mi punto de vista, la mala decisión se tomó a la hora de ir a detener a Chapito sin una planeación de entorno, sin un análisis estratégico del panorama que se iba a generar con esta detención. Que lo hayan soltado fue una consecuencia, no fue el hecho en sí. Mi visión es que no debieron haberlo detenido. Para detener al Chapito en Culiacán no se necesita gran actividad de inteligencia. En Culiacán todo mundo sabe dónde se mueve. Nos venden que “ay, qué bueno es que pensó más en la sociedad. En la ciudadanía”. No es cierto. Nunca pensaron en eso, fue una consecuencia. Los obligaron, evidenciaron la ineptitud de una institución.
¿Y se puede tener acciones contundentes contra el narcotráfico sin sacrificar vidas?
Estoy en contra de las acciones espectaculares. Cada vez que la autoridad federal quiere ser reconocida, como que está actuando contra el narcotráfico, se va contra la cabeza de algún grupo. La realidad es que para contener a los grupos delictivos no se va a lograr deteniendo la cabeza. Es una tontería. La gran fragmentación que tenemos de carteles en el país se dio precisamente por esa detención de cabezas. Tenemos por ejemplo el Chapo. Era la cara del Cartel de Sinaloa, pero la realidad es que el Ehapo ya no funcionaba. Había gente abajo del Chapo que eran los que llevaban la operación. Detener al Chapo ¿de qué sirvió? De nada. La actividad del Cartel de Sinaloa siguió intacta y lo único que lograron con esto, fue que se fragmentara la organización. Cuando quitan la cabeza, dos o tres personas pugnan por quedarse con el liderazgo y cuando no logran el liderazgo se fragmentan y se van a formar otros grupos. El trabajo de contención no se da atacando la cabeza, se tiene que atacar desde la parte baja. Cuando empieza uno a quitar las tienditas, cuando empieza a acabar con las casas de seguridad, con toda la logística de los narcotraficantes es cuando empiezas realmente a acabar con ellos. Le voy a comentar algo que para mi fue como el mejor elogio que he recibido. Cuando detuvieron a un criminal allá en La Paz, lo trajeron aquí a Tijuana y yo hable con él. Le pregunté ¿por qué te fuiste si tu negocio estaba aquí en Tijuana? ¿por qué huiste? Eso fue en 2010, y me dijo “es que nos fuimos el Teo, el Chiquilín, y el Muletas, porque Tijuana se volvió insegura para nosotros”. Eso es lo que tiene que hacer un gobierno, hacer que la seguridad se vuelva insegura para ellos.
Hay esta idea mítica del narco que se reproduce en las telenovelas y las series, donde es super poderoso y el gobierno les teme, pero es al revés… El narco sí le teme al gobierno.
Claro, debe tenerle miedo. Ahorita no le tiene miedo al grado de que subordinó a la presidencia de la república. Esto catapultó a las organizaciones criminales. Las puso por encima de toda autoridad. Va a ver, al rato va a salir una película o una serie donde el Chapito pone de rodillas al presidente de la república. Estas series y estas películas hacen que la sociedad mexicana crea que ya no hay futuro. Yo considero que eso no es, y creo que se pueden combatir los grupos criminales no atacando a cabeza sino atacando los pies. Es cierto esa frase que dice que golpeando el cuerpo la cabeza se cae sola. Es un hecho y lo he comprobado en dos ocasiones.
¿A qué le atribuye usted que México tiene la ciudad más peligrosa del mundo (así nos retratan medios internacionales) pero también la más segura de América Latina, que es Mérida?
Yo quisiera darle una respuesta que no afecte a Mérida, pero no es tal situación. Mérida no es la más segura, es el paraíso. ¿Sí me entiende?
Usted mencionó este año que no permitiría que Bonilla se saliera con la suya, con respecto a la Ley Bonilla. No sabemos cuándo resolverá la Suprema Corte de Justicia pero ¿hay un seguimiento de su parte?
Definitivamente hay un seguimiento. Dentro de la actividad que hago adicional a mi actividad profesional, mantenemos esa actividad. Podría ser política pero la realidad es una actividad social, porque como ciudadanos no podemos permitir que se violenten las instituciones. Se votó por un gobernador de 2 años y después de las elecciones se quiere ampliar a 5 años, eso no puede ser. Claro que al presidente no le importa. ¿Por qué? porque está tomando esto como un laboratorio. Aunque López Obrador diga que no, intenta la reelección. Si Bonilla se queda 5 años y no pasa nada en Baja California, López Obrador va a intentar reelegirse o continuar su mandato.
¿Usted qué piensa que va a pasar?
No se ha generado jurisprudencia porque se necesitan cinco casos para que sea jurisprudencia, pero ya ocurrieron casos similares en Puebla y Veracruz, donde los dos gobernadores de dos años intentaron quedarse el tiempo completo. La Suprema Corte emitió un dictamen en contra, que no se podía porque ya se había sufragado por un periodo y no podía ampliarse. En los dos casos fue negado. Se supone que la corte, ante dos casos anteriores similares, debe dictaminar de la misma manera. Se supone.
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