Política

Protestan contra inmobiliaria en rampa del Agua Caliente

Exigen revocar permisos que clausurarían la entrada al centro escolar

El pasado 18 de febrero se convocó a una manifestación en defensa de la rampa que da acceso al centro escolar Agua Caliente. Padres de familia y ex alumnos exigen al ayuntamiento que revoque los permisos a Grupo Cosmopolitan para el acceso vehicular de un complejo de departamentos que ahí se construye.

El hecho causó una reflexión en torno a lo que entendemos como patrimonio histórico de la ciudad, aunque la lógica mercantilista se impone por la aplastante retórica del progreso y la inversión privada.

Soy maestro en la UABC. En la discusión con mis alumnos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, algunos conceptos básicos del sociólogo francés Pierre Bourdieu resultaron útiles para explicar lo que está en juego con esta disputa territorial.

En el sentido en que mencionado autor reflexiona sobre los campos sociales, se advierte la tensión al enfrentar los distintos capitales (económico, social, político, cultural, etc.) en la materialidad del espacio público. A este respecto nos preguntamos:

¿Qué tipo de capital se impone en la ciudad cuando se le da prioridad a un complejo departamental sobre las vialidades históricamente reservadas para la comunidad estudiantil?

El historiador Paul Vanderwood en su novelesca obra sobre la vida cultural de Tijuana alrededor de la figura de Juan Soldado, nos ofrece una interpretación sobre los hechos posteriores a la expropiación del Casino Agua Caliente, ello debido a las políticas nacionalistas que el cardenismo trajo a la región.

Sin duda, uno de los hechos más notorios fue el saqueo y hostilidad que demostraron los trabajadores que fueron privados se sus notables ingresos para la época. Estos “ofendidos” vieron disminuido su capital económico, pero el hecho fue justificado por las necesidades educativas de la región.

En consecuencia, reconocemos hoy en día la ganancia en términos de capital cultural y social gracias a las instituciones educativas creadas a partir de este hecho histórico.

Ahora bien, se podrá objetar que las necesidades de la población tijuanense han cambiado, pero el crecimiento vertical de Tijuana (y la gentrificación que ello implica) no es una necesidad de primer orden.

Las comodidades de una burguesía emergente que no quiere lidiar con el tráfico citadino no se pueden imponer a la seguridad y movilidad de los estudiantes tijuanenses.

Puesto que no se trata de un espacio público para toda la población, es parte del patrimonio histórico de la ciudad, el cual se ha consolidado con el paso de numerosas generaciones que ven ofendida la memoria colectiva cuando se impone el mercado voraz.

Recordemos que en la discusión sobre patrimonio histórico se encuentra la parte material/tangible, pero también, y hacemos énfasis en ello, el patrimonio cultural inmaterial. Las carreras de atletismo, las competencias en los carros dentro de la materia de física, incluso el contacto entre las distintas instituciones, son parte de este patrimonio cultural intangible.

Ahora tenemos una reja en la rampa que asemeja a la comunidad estudiantil con el ganado, una separación inadmisible para el pensamiento humanista de los estudiantes. Invitamos a la comunidad a sumarse a este esfuerzo, pues no se trata de una obsesión, sino de la defensa del patrimonio histórico en toda su extensión y simbolismo.

Con la reflexión de estas temáticas se podrá definir el tipo de ciudad que queremos, la ciudad que nos merecemos y de la cual guardamos su legado.

* Carlos Piña Mata es historiador tijuanense.

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