Estados Unidos y China llevan años en una “guerra arancelaria” que pareciera no tener fin. Esta disputa entre potencias comenzó formalmente en 2018, durante la primera presidencia de Donald Trump (2017-2021), quien impuso aranceles a productos chinos (principalmente acero y aluminio), en aquel entonces el republicano alegó prácticas comerciales desleales, como el robo de propiedad intelectual y un enorme déficit comercial de Estados Unidos con China.
En medio de esa tensión, China respondió con sus propios aranceles a productos estadounidenses (como carne, cerdo y otros). Pese a que durante el mandato de Joe Biden intentaron limar asperezas revisando ciertas políticas, los efectos de la guerra comercial continuaron y siguen presentes en 2025.
Pero, por lo visto, la relación de Estados Unidos con China no se rige por una lógica económica estricta, sino por una especie de “juego de egos” a nivel internacional. En 2025, con Donald Trump de vuelta en la Casa Blanca, la estrategia comercial parece haber tomado un rumbo más impredecible. Si en su primer mandato ya observamos que los aranceles subían de nivel como si fuera videojuego, en esta nueva “temporada” parece que Trump no solo está jugando, sino que está presionando el botón de “más, más, más” sin medir si hay consecuencias.

¿A quién beneficia la imposición de aranceles?
Trump en lugar de negociar con China, ha decidido mantener un enfoque de control y presión contra el país asiático, optando por una nula comunicación y en su lugar, simplemente anunciar la imposición arancelaria, ahora de hasta un 145% sobre productos clave. ¿Por qué un 145%? Pues parece ser que en la cabeza de Trump y su equipo, “entre más, mejor”.
Estos aranceles impuestos han beneficiado a sectores como el acero y aluminio, pero los consumidores y empresas siguen sufriendo con los precios más altos de productos importados. Mientras tanto, el déficit comercial con China sigue siendo un problema persistente, sin señales claras de solución.
Lo que dejan entrever las acciones del presidente de Estados Unidos es que cada aumento de arancel es una victoria personal, como si pudiera ganar una partida sólo por hacer todo “más grande”. Pero, ¿habrá una estrategia a largo plazo? Bueno, eso nadie lo sabe.
China invita a Estados Unidos a dialogar, no amenazar
La presión y constantes amenazas de parte de Donald Trump a China ya llegaron al límite del Ministerio de Comercio del país asiático, pues pidieron de forma contundente un retorno al diálogo justo. Una portavoz del ministerio, He Yongqian, declaró en una rueda de prensa este 10 de abril que China sigue abierta a conversaciones y cualquier diálogo que se base en el respeto mutuo.
“La presión, amenazas y chantaje, no son la forma correcta de tratar con China. Esperemos que los dos países se encuentren a mitad de camino y trabajen para resolver las diferencias a través del diálogo y la consulta, guiados por los principios de respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación de beneficio mutuo”, así puntualizó la portavoz.
Tercera Guerra Mundial en marcha
La Tercera Guerra Mundial ya comenzó pero esta vez no se lanzan bombas, ni se destruyen casas. En su lugar, un gran cartucho de aranceles es la principal arma de defensa, y el campo de batalla es la economía global. Mientras Donald Trump siga subiendo los aranceles como si estuviera compitiendo por un trofeo, lo único claro es que esta guerra comercial sigue sin solución, y el verdadero ganador parece ser la incertidumbre económica, que afecta a todos.
Trump cree que por arte de magia, los empresarios extranjeros trasladarán sus fábricas a Estados Unidos. Sin embargo, lo único que está logrando con estos aranceles es disparar precios, generar inflación y, potencialmente, llevar al país hacia una gran recesión. Este nivel de juego, republicano aún no logra comprenderlo.