El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el viernes una orden ejecutiva que congela la asistencia estadounidense a Sudáfrica, argumentando estar en contra de una supuesta nueva ley agraria.
Esta ley permitiría al gobierno sudafricano confiscar tierras de cultivo a minorías blancas, sin ofrecer compensación. Sumado a ello, el país acusó a Israel de genocidio en Gaza y llevó el caso a la Corte Internacional de Justicia. Trump, en su declaración, citó que Sudáfrica adoptó una postura contraria a Estados Unidos y sus aliados.
En la orden ejecutiva, también subrayó que Estados Unidos no brindaría apoyo exterior a dicha nación, mientras se mantuvieran políticas que según sus palabras, denotan un “desprecio por los derechos humanos de las minorías blancas en Sudáfrica”. La orden también incluye instrucciones a las agencias estadounidenses para cesar cualquier tipo de ayuda, salvo que se considere absolutamente necesario.
El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa ha negado anteriormente que las autoridades sudafricanas estuvieran “confiscando tierras” y dijo que su país esperaba trabajar con la administración Trump “en nuestra política de reforma agraria”.
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Trump ayudará a afrikaners, un grupo étnico descendiente de colonos europeos
La orden de Donald Trump menciona la ayuda a los afrikaners, un grupo étnico descendiente de colonos europeos, que representa una minoría blanca en Sudáfrica. En este sentido, Estados Unidos se comprometió a facilitar su reasentamiento mediante programas de refugiados.
Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores de Sudáfrica, se reaccionó con preocupación ante la medida, acusando a Estados Unidos de difundir desinformación y de no reconocer la profunda y dolorosa historia de colonialismo y apartheid de Sudáfrica. También consideraron irónico que se ofrezca estatus de refugiado a un grupo étnico históricamente privilegiado, mientras que otras personas vulnerables se ven expulsadas y despojadas de su derecho al asilo en Estados Unidos.
Históricamente, Sudáfrica ha enfrentado tensiones raciales profundas debido al legado del apartheid. Durante cientos de años, las personas negras se vieron obligadas a vivir en condiciones precarias, a ser tratadas como esclavos y despojados de sus tierras. En la actualidad el 80% de la población negra continúa sin acceso a una porción significativa de la tierra.
En enero, Cyril Ramaphosa aprobó una legislación que permite la expropiación de tierras sin compensación en ciertos casos. El presidente consideró la acción como un paso más en su plan para corregir los desequilibrios heredados de la era del apartheid.
El presidente sudafricano ha manifestado en varias ocasiones que no se dejará intimidar por las presiones externas. Durante su discurso anual sobre el estado de la nación, expresó la resiliencia del pueblo sudafricano, afirmando que no cederían ante lo que consideraban una campaña de desinformación y hostilidad internacional.
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