Recientemente en el Poblado de Guadalupe Tepeyac, se llevó a cabo la Ceremonia del Ayuntamiento del Municipio de Las Margaritas Chiapas donde se entregó el Reconocimiento al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como “Promotor de La Paz y la Democracia en México”.
A continuación te presentamos el discurso completo que compartió a los presentes:
Encontrarnos aquí en esta fecha no es casual. La fijamos hace unas semanas con Bladimir Hernández Álvarez, Presidente Municipal de Las Margaritas, pensando que en este día se cumplirían 106 años del artero asesinato de Emiliano Zapata, quien se levantó en armas para defender a los sin tierra y reivindicar sus derechos a poseerla y cultivarla sin opresiones y en libertad, por lo que hoy recordamos y rendimos sentido recuerdo y homenaje al gran héroe del agrarismo.

Una gran satisfacción, con gratos recuerdos, volver a visitar estas tierras de libertades y fraternidad, después de poco más de treinta años de aquella primera ocasión, que fue sólo unos meses después de que estallara la rebelión y se hicieran escuchar recio las voces de quienes desde aquí reclamaban justicia y democracia. Mantengamos vivo el ideal y el compromiso de los caídos y saludemos con respeto y afecto a quienes se han mantenido y mantienen en la lucha.
Muchas cosas han pasado aquí y en México desde entonces: se suscribieron en San Cristóbal de Las Casas los acuerdos para el cese de las hostilidades y la apertura formal de negociaciones, reconociéndose al EZLN la calidad de beligerante y casi un par de años después, que fueron de estire y afloje, no exentos de traiciones por el gobierno de entonces, se suscribieron los Acuerdos de San Andrés; previamente, las Cámaras del Congreso habían constituido la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA), y basándose en los Acuerdos de San Andrés, la COCOPA presentó un proyecto de Ley de derechos y cultura indígena, aceptado por el EZLN, que en enero de 1997 el gobierno federal rechazó, ocasionando con ello la suspensión del diálogo y de las negociaciones. Fue hasta diciembre del 2000 que la presión social llevó al presidente de la República a retomar la propuesta de la COCOPA, enviándola al Legislativo como iniciativa, que éste modificó, logrando entonces que las comunidades indígenas rechazaran lo que el Congreso aprobó.

En San Andrés se había convenido que en la Ley de derechos y cultura indígena se reconociera a los pueblos y comunidades indígenas como sujetos de derecho público, así como su derecho a la libre determinación, bajo la forma de autonomía, los derechos indígenas, derechos políticos, jurisdiccionales, económicos y culturales, entre otras cuestiones. De los varios temas que había que discutir, en San Andrés sólo se aprobó la propuesta de Ley de derechos y cultura, y al suspenderse las negociaciones quedaron pendientes las discusiones y consecuentemente acuerdos sobre Democracia y justicia, Bienestar y desarrollo, Derechos de la mujer en Chiapas y, una cuestión institucional y políticamente fundamental: la suscripción de la paz entre los beligerantes, esto es, el EZLN y el Estado mexicano.
Desde que se suspendieron aquellos diálogos y negociaciones, un avance que puede considerarse significativo, es la reforma reciente del artículo 2° constitucional, que entró en vigor el 30 de septiembre del año pasado, por la que se reconoce a los pueblos y comunidades indígenas como sujetos de derecho público con personalidad jurídica y patrimonio propio, y garantiza su derecho a la libre determinación y, como consecuencia de ello, a la autonomía, el acceso al uso y disfrute preferente de los recursos naturales de los lugares que habitan y ocupan; a elegir, en los municipios con población indígena, a representantes en los ayuntamientos; ejercer su derecho al desarrollo integral, respetando sus formas propias de organización, y un largo etcétera. Todo ello, lo contenía el proyecto de Ley de derechos y cultura indígena desechado en 1997 y 2000, como ya señalé.

Por otra parte, el mismo artículo 2° mandata a las autoridades a fomentar el desarrollo para mejorar las condiciones de vida y bienestar de las poblaciones indígenas mediante el fortalecimiento de sus economías; a garantizar y fortalecer la educación indígena intercultural y plurilingüe; asegurar el acceso efectivo a los servicios de salud; extender la red de comunicaciones en las regiones que ocupan y su articulación con el resto del país; apoyar las actividades productivas y el desarrollo sustentable que permitan alcanzar la suficiencia de sus ingresos económicos, la creación de empleos, la incorporación de tecnologías que incrementen sus capacidades productivas y aseguren acceso equitativo a los sistemas de abasto y comercialización, y otro largo etcétera.
Desde el punto de vista legal, está ahora pendiente la reglamentación secundaria que establezca cómo se llevarán a la práctica los contenidos del reformado artículo 2° constitucional, así como poner en marcha los programas de trabajo regionales, comunitarios, etc., para hacer efectivos los beneficios y el impulso al desarrollo de los pueblos y comunidades indígenas, y de los territorios en los que viven y ocupan, según mandata la Constitución.

Resulta obvio, aunque lo considero necesario, repetir que el Estado mexicano, desde que se constituyó y hasta hoy, arrastra un compromiso incumplido con los pueblos y comunidades indígenas de la nación: lograr igualdad ante la ley, la sociedad y frente a las oportunidades de mejoramiento y desarrollo que se han abierto a otros sectores de la población.
Me parece que hoy, en el caso particular de Las Margaritas y de esta región, se presentan condiciones para fomentar el desarrollo general a partir de la existencia de una diversidad de pueblos y comunidades indígenas tojolabales, tzeltales, tzotziles y kanjobales, que coinciden con las autoridades municipales y estatales en su actitud y voluntad de progreso, en la unidad y decisión que manifiestan para que las cosas cambien favorablemente, lo que puede traducirse en un fuerte impulso a un cambio en las condiciones de vida y desarrollo de esta zona.

Será fundamental que la unidad de los pueblos se mantenga y fortalezca, internamente en cada uno de ellos y entre todos en la región, y que se mantenga el diálogo fluido y el buen entendimiento que hoy se da con las autoridades. Existen múltiples ejemplos que son los pueblos los que mejor saben qué hace falta, dónde se encuentran y cómo se empieza a dar solución a los problemas, y cómo se potencian las capacidades constructivas y de desenvolvimiento. Hablar sin reservas, buscando en todo momento entender, atender y colaborar, será base de las mejores prácticas democráticas para lograr que el beneficio generado se traduzca en beneficios individuales, familiares y de las colectividades.
Para todos, el saludo afectuoso y el agradecimiento por las muestras de afecto que hemos recibido desde que llegamos a estas tierras quienes hoy los visitamos desde otras partes de nuestro país, y mi agradecimiento personal por las distinciones de las que me han hecho objeto.