Brasilia.- Dilma Rousseff asumió hoy la presidencia de Brasil en un emotivo acto que congregó a once jefes de Estado, al príncipe de Asturias y a autoridades de unos cien países, así como a 30 mil personas que se volcaron a la calle bajo una fuerte lluvia.
Tanto la investidura de la primera mujer elegida para gobernar un país que hasta ahora había sido presidido por 39 hombres como la despedida del mandatario saliente, Luiz Inácio Lula da Silva, dieron un marco especialmente emotivo a una ceremonia que ni un torrencial aguacero pudo empañar.
Bajo la lluvia, por los rostros de muchos de los que se apiñaron en la Explanada de los Ministerios para presenciar el acto también corrieron lágrimas de emoción, pero sin duda quien más lloró hoy fue Lula, quien dejó el poder con un extraordinario respaldo del 87 por ciento.
Lloró al recibir a Rousseff con un fuerte abrazo en el Palacio presidencial de Planalto, cuando le impuso la banda presidencial, al despedirse de sus ahora ex ministros y también cuando, tras bajar la rampa que lleva al exterior de la sede del Gobierno, corrió hacia la multitud y se fundió en abrazos con un pueblo que coreaba su nombre.
Antes de dejar el Palacio, también saludó a los miembros del equipo ministerial que asumió con Rousseff, a los que en medio de bromas les pidió "juicio, mucho juicio, muchachos".
Poco antes, junto a Rousseff, había saludado a las decenas de autoridades extranjeras que llegaron a Brasilia durante la mañana de hoy tras celebrar el Año Nuevo en sus países o que recibieron al 2011 en la capital brasileña.
En la investidura participaron el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y los presidentes de Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, Uruguay, Paraguay, Perú, Venezuela, Surinam, Guinea y Guinea Bissau.
También asistieron el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), así como los primeros ministros de Portugal, Corea del Sur y Bulgaria, país donde nació el padre de Rousseff.
En la sala donde los dignatarios esperaban por Rousseff y Lula, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, conversó un momento y en forma animada con la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, en una imagen que pareció aliviar las tensiones diplomáticas entre ambos países.
En breves declaraciones a periodistas, Chávez vaticinó que la nueva presidenta de Brasil hará "un Gobierno maravilloso" y afirmó que "Lula no se va", porque seguirá en la política "dedicado a la causa latinoamericana".
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, también exaltó la figura de Lula, de quien dijo que "es, fue y seguirá siendo un gran líder", así como también auguró unas "excelentes" relaciones con Rousseff.
"Cuando los hombres y las mujeres trabajamos juntos el mundo es mejor, más entretenido y nos enriquecemos todos", agregó Piñera.
Los actos concluyeron con un coctel ofrecido por Rousseff en el Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.
En la recepción estuvo ausente Chávez, quien tenía previsto reunirse mañana con Rousseff pero, según dijo el asesor de Asuntos Internacionales de la Presidencia brasileña, Marco Aurelio García, debió anticipar su regreso a Caracas por lo que la cita quedó "para más adelante".
También regresó a su país Clinton, quien estuvo tan sólo un momento en el coctel, al punto de que salió antes de que llegará la nueva presidenta de Brasil.
Mañana, en su primer día efectivo de Gobierno, Rousseff dedicará la mayor parte del día a entrevistas bilaterales con varias de las autoridades extranjeras que permanecen en Brasilia.
Su primer compromiso será con el príncipe de Asturias y luego recibirá al presidente de Uruguay, José Mujica, y a los primeros ministros de Corea del Sur, Kim Hwang-Sik, y Portugal, José Sócrates.
Su agenda también prevé reuniones privadas con el presidente de la ANP, Mahmud Abás; el primer vicepresidente de Cuba, José Ramón Machado Ventura, y el ex primer ministro de Japón, Taro Aso.
