Samantha Arellano se mueve con ritmo. Sacude la cadera. Gira a la derecha. Gira a la izquierda. Voltea hacia la derecha. Sacude otra vez.
No, Samantha no estaba bailando. O tal vez si.
Esos fueron algunos de los movimientos que la jugadora de futbol del equipo femenil de San Ysidro High hacía mientras dominaba el balón después de rebotarlo varias veces contra la pared.
El balón rebotó en un edificio cerca del gimnasio de la escuela mientras que "Sammy", como la llaman sus amigos, esperaba para hablar con un reportero.
"Ella no pierde el tiempo", dijo Clara Durón, madre de Sammy.
"Cada vez que puede, tiene un balón en sus pies. Ahora que lo pienso … ella siempre tiene un balón en sus pies".
La madre hablaba mientras que Sammy pateaba otro balón, golpeándolo contra el cemento y resonando en toda la zona.
Y si no está rebotando un balón en las paredes o en las redes de una portería, Sammy está haciendo malabarismos con una pelota entre sus pies, a menudo al son de música de samba que toca en su iPod.
"Ese es mi estilo libre", dijo Sammy. "Sólo me muevo al ritmo".
Sammy, de 15 años, ha hecho más que bailar en el campo de futbol.
Ella es el ritmo ofensivo de los Cougars y encabeza al equipo de San Ysidro con 16 goles esta temporada.
Sammy anotó en los últimos cuatro partidos de su equipo, lo que le acarreó elogios de sus compañeros, su entrenador y otros entrenadores en la Liga del Sur de la Bahía.
En un partido contra Castle Park hace dos semanas anotó cinco goles.
"No creo que soy buena", dijo Sammy.
"Tengo mucho que aprender y siempre hay mucho espacio para mejorar."
Como estudiante de segundo año de preparatoria ella tiene tiempo para mejorar sus habilidades.
A pesar de ser muy buena jugadora, hay equipos que todavía creen que no tiene la habilidad necesaria para hacerles daño.
Sammy puede pasar desapercibida por la mayoría de los defensores por su pequeña constitución, pero su entrenadora la considera una de las jugadoras más duras que ha dirigido, tanto mental como físicamente.
"Siempre hay jóvenes que pueden jugar, pero no siempre tienes a alguien con la voluntad y la inspiración de Sammy", dijo Kristina Hernández, entrenadora de Cougars por segundo año consecutivo.
"Ella inspira a todos en el campo. Está completamente dedicada al juego. No puede mantenerse alejada de él".
Sammy juega en un club local, pero no tiene el nombre de prestigio que la mayoría de los cazatalentos universitarios buscan cuando buscan reclutar talentos.
Su meta es jugar algún día con el Surf de San Diego, uno de los mejores clubes de la Costa Oeste.
Pero jugar para un equipo es caro. La madre de Sammy, madre soltera y operadora de máquina para una empresa de costura, no puede pagar la cuota.
Llevarla diariamente del sur de San Diego a Del Mar requeriría de mucha gasolina.
Pero si Sammy llegará a formar parte del equipo, su madre vendería su camioneta para comprarse un carro más pequeño y más eficiente en el consumo de combustible.
Antes de que Sammy pueda tener una oportunidad de formar parte de un club necesita darse a conocer en el medio.
Hernández, entrenadora de los Cougars, está tratando de correr la voz.
"Es mi trabajo ayudarla con eso", dijo Hernández.
"Se lo merece ya que trabaja muy duro para tener esa oportunidad".
Sammy, que tiene un GPA de 3.33, se enamoró del fútbol en la primaria. Ella jugó futbol en la AYSO y para el equipo de su secundaria pero se dio cuenta de que el futbol era su pasión después de ver la Copa Mundial de 2006 en la televisión.
Ahí es donde se enamoró de las travesuras y regates del astro brasileño Ronaldinho.
"Es impresionante", dijo Sammy. "Es uno de los mejores."
Sammy también quiere ser una de los mejores.
A pesar de haber nacido en México espera algún día jugar con la selección nacional de Estados Unidos.
Su familia emigró a Cudahy en el sur de Los Ángeles cuando Sammy tenía dos años, más tarde se mudaron a San Diego cuando ella tenía unos seis años de edad.
"Cada vez que escucho el 'Star Spangled Banner' me dan escalofríos simplemente por cantarlo", dijo Sammy.
"Este país nos ha dado tanto, sólo quiero dar algo a cambio".
Eso incluye jugar fútbol universitario. Carolina del Norte, sería lo ideal.
Podría ser una posibilidad remota ser parte de una potencia del futbol colegial nacional, pero Sammy no se dará por vencida.
Su madre planea utilizar su reembolso de impuestos para ayudar a pagar el registro y el pasaje aéreo para un campamento en Carolina del Norte a finales de este año.
Es una oportunidad para que Sammy sea vista por los cazatalentos.
También es una oportunidad para que Sammy conozca la universidad donde ella quiere estudiar Kinesiología. Quiere ser terapeuta físico.
Su decisión se debe a una lesión en la rodilla. Sammy casi no forma parte del equipo de San Ysidro en su primer año después de que una lesión en la rodilla izquierda la mantuviera fuera del campo.
"Pensé que no iba a poder jugar más", dijo Sammy.
"Es una sensación terrible. No sabía a dónde ir para obtener ayuda para recuperarme. Me alivié, pero yo no quisiera que nadie pasara por eso. Quiero ser capaz de ayudar a la gente con sus lesiones. Tienen que poder jugar".
Y bailar.
Bailar de la misma manera que Sammy hace con el balón en sus pies.
Gira hacia la derecha. Gira a la izquierda y otra vez, sacude las caderas.
Ivan.orozco @ sandiegored.com