Tijuana.- Una tarde reciente poco más de 200 personas reían a carcajadas frente a un camión de mudanzas que fue adaptado para ser un escenario.
Ahí se representaba esa tarde El bufón y el rey, del director de teatro local Juan Carlos Rea, ante un público que había llegado de improviso de varios puntos de la Divina Providencia, una colonia marginada al suroeste de la ciudad situada entre cañones y arroyos naturales, con graffitis por todas partes y pandilleros en las esquinas.
La música, el colorido de las luces y los actores atrajeron a la gente que iba de paso, pero también la actividad de los talleres artísticos que se llevaban a cabo desde hacía días gratuitamente para los niños y jóvenes del barrio.
El camión de mudanza es una Casa de la Cultura Móvil, un lugar de reunión o centro de arte por al menos dos meses, que es el tiempo que dura estacionado el trailer en cada colonia.
"Nuestra intensión es crear vínculos comunitarios en estos lugares poco privilegiados, es decir, lazos de amistad o de tolerancia entre los vecinos a través de los espectáculos que exhibimos o los talleres artísticos", dijo Ugo Palavicino, director del proyecto Casa de la Cultura Móvil.
Este camión atípico sustituye la falta de infraestructura que existe en las colonias marginadas de la ciudad. Lo estacionan en una escuela o un salón comunitario de la zona y ahí ofrecen cursos de artes plásticas, danza, fotografía y guitarra.
Además exponen una muestra de cine de arte (con todo y palomitas), obras de teatro, conciertos de música popular y ópera.
"No vamos a formar un artista en esos dos meses, pero si vamos a crear una alfabetización de las artes, que tengan nociones y les surja el interés", señaló Palavicino.
A pesar de los índices de inseguridad y delincuencia en las colonias que han visitado, dijo, hasta ahora no han sufrido algún percance o robo. Al contrario, los mismos colonos a menudo los ayudan a desmontar el escenario, limpiar o guardar las sillas.
Basado en los carromatos de titiriteros de su natal Buenos Aires, Argentina, Palavicino, un director teatral de 70 años, creó hace una década un trailer para llegar a colonias de la periferia de Tijuana y llevar espectáculos artísticos a gente que difícilmente podría acceder a ellos.
El proyecto estuvo detenido por diversas razones, explicó. Hasta que en marzo de 2009 el Instituto de Cultura de Baja California lo retomó. En 16 meses recorrieron seis colonias, llegando a 112 mil personas.
Su éxito fue tal que desde hace seis meses el gobierno del estado adaptó cinco camiones de mudanza para convertirlos en casas de cultura móviles y así llegar a colonias marginadas de los otros municipios.
Según Ángel Norzagaray, director del Instituto de Cultura del estado, se invirtieron 450 mil pesos en cada trailer. Cuentan con equipo de iluminación, sonido, telones y piernas de escenario, espacio para camerinos, rampa de despliegue de escenario automatizado, equipo de proyección de video y cien sillas para la audiencia.
Se busca fomentar nuevos espacios para actividades culturales, poniendo al alcance de todas las personas elementos que les brinden una cobertura cultural digna, dijo Norzagaray.
En cada ciudad el camión llega al barrio y abre una de sus paredes de lámina laterales, como si abriera el telón. Entonces empiezan las actividades. Cada jornada es una experiencia única.
"Siempre es un reto, porque nos encontramos con espacios que no están acondicionados para llevar esta actividad con 40 alumnos, que es lo tenemos en promedio cada uno; entonces improvisamos constantemente", explicó Elizabeth Hernández, de 28 años, maestra de jazz.
"Los alumnos te van guiando siempre", agregó Claudia Rodríguez, de 22 años, maestra de artes plásticas. "Uno puede traer técnicas para aplicarlas, pero muchas no se pueden hacer; entonces nos adaptamos a ellos".
En los talleres, los profesores cuentan con materiales para prestarlos, como guitarras, pinturas o cámaras digitales, pero siempre es mayor la demanda.
"Yo quise entrar a guitarra porque quisiera tocar la canción I Don´t Want to Miss a Thing de Aerosmith. Me gusta mucho", dijo Humberto Segoviano, de 19 años, quien junto a Edgar González, de 18, compartían una guitarra que les habían prestado para ensayar. Ambos son residentes de la Divina Providencia.
"A nosotros se nos hace muy sano que nuestros hijos estén aquí en lugar de la calle o viendo televisión en la casa. De aquí se van con algo útil", dijo Berta Alicia Cervantes, de 35 años, otra de las residentes de la colonia que llevó a sus hijos de 8 y 4 años a los talleres y a ver la obra.
La obra El bufón y el rey terminó entre aplausos y risas. El público, los vendedores ambulantes y los perros callejeros se fueron yendo. Al poco rato el escenario volvió a ser camión de mudanza.