Por Mario C. Lopez
CEO, The Border Group
Desde su llegada a la Casa Blanca hace menos de dos meses, el Presidente Donald Trump implementó una serie de acciones que han afectado para mal las relaciones entre México y Estados Unidos, especialmente en lo que respecta al manejo de la frontera y al comercio bilateral entre ambos países.
Entre sus medidas más agresivas se destacaron las amenazas sobre la imposición de aranceles comerciales a productos mexicanos, buscando presionar al gobierno de México para que tomara una postura más firme frente a la migración ilegal y al narcotráfico. Además, Trump ha amenazado iniciar con la deportación masiva de migrantes indocumentados.

Estos desafíos han puesto a prueba las relaciones diplomáticas entre ambos países, e impactado sobre todo el ambiente de los estados mexicanos que dependen del comercio y la inversión privada de Estados Unidos. Sin embargo, México tiene ante sí una serie de oportunidades para enfrentar estos retos de manera constructiva y creativa, principalmente a través de un enfoque subnacional que involucre mucho más la generación de relaciones estratégicas entre los estados y gobiernos locales de México con los de Estados Unidos. Recordemos que cada uno de los 51 estados de la unión americana tiene comercio con México y hay más de 6 millones de empleos que dependen de este comercio binacional.
Además de los estados fronterizos, hay estados como Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes, y Jalisco que tienen una alta dependencia de las cadenas de valor industriales que cruzan la frontera y alimentan sectores clave de la economía estadounidense, como la automotriz, la manufactura aeroespacial, electrónica y la agricultura. Por ejemplo, la producción de componentes para el sector aeroespacial en ciudades como Querétaro y el Bajío es esencial para la industria automotriz estadounidense, lo que crea una red de interdependencia económica que beneficia a ambos lados de la frontera.
Ante las amenazas de deportaciones masivas y aranceles, los Gobiernos de los estados deben encontrar formas de generar relaciones con sus contrapartes que dependen de estos bienes y servicios. Una de las maneras más eficaces es fortalecer el acercamiento con gobiernos subnacionales y los condados y ciudades donde las industrias clave tienen su sede, donde están parte de los procesos industriales. Si bien las políticas federales de Trump son difíciles de cambiar desde el exterior, las relaciones a nivel local y regional ofrecen una vía para contrarrestar los efectos negativos.
Las relaciones entre los estados mexicanos y los gobiernos locales de Estados Unidos podrían ir más allá de simples diálogos comerciales. Existe un espacio enorme para la firma de convenios y alianzas subnacionales de colaboración en áreas como el desarrollo tecnológico (como lo está haciendo Arizona y Sonora), formación de personal, intercambio académico y la promoción de la inversión mutua. De hecho, son los consumidores americanos los más beneficiados del enorme flujo de bienes y servicios provenientes de México gracias al TMEC impulsado por el mismo Donal Trump durante su primera Presidencia. A nivel subnacional, los gobiernos estatales mexicanos podrían fortalecer estos lazos mediante misiones comerciales y acuerdos bilaterales regionales.
Además, otro terreno fértil para el acercamiento subnacional es el área laboral. Existen numerosas ciudades y condados de Estados Unidos donde los empleos dependen directamente de las cadenas de valor que se extienden hasta México. Ciudades como San Diego, Arizona, El Paso, y Dallas están profundamente conectadas con las economías de los estados mexicanos cercanos, por lo que su bienestar económico está ligado al flujo de productos manufacturados y la mano de obra mexicana. La cooperación entre gobiernos estatales en ambos países podría fomentar la creación de nuevas políticas laborales que protejan a los trabajadores en ambos lados de la frontera, especialmente en tiempos de incertidumbre económica.
Es cierto que el reto sigue siendo considerable, pero el enfoque subnacional podría ser la clave para construir una relación más resiliente y pragmática entre México y Estados Unidos. Mientras los Gobiernos de Washington y Ciudad de México luchan por encontrar puntos de acuerdo, los gobiernos estatales y locales en ambos países tienen la oportunidad de crear canales de diálogo directos que promuevan un comercio más fluido, la creación de empleo y una gestión más humana de la migración.
En resumen, aunque las políticas implementadas por Trump han generado serias tensiones entre México y Estados Unidos, México tiene diversas opciones para enfrentar estos retos. En lugar de centrarse exclusivamente en las disputas a nivel federal, los estados mexicanos pueden trabajar directamente con sus contrapartes en Estados Unidos para fortalecer la economía transfronteriza, proteger los empleos que dependen del comercio bilateral y garantizar que las comunidades de ambos países se beneficien de un entorno de cooperación subnacional. Solo a través de este enfoque descentralizado podrá México enfrentar de manera efectiva los desafíos planteados por la administración Trump y sentar las bases para una relación más equilibrada en el futuro.