Tijuana.- El teniente coronel Julián Leyzaola termina su trabajo como secretario de seguridad pública de esta ciudad pero el extraordinario impacto que tuvo en esta región está lejos de finalizar.
Aunque el nuevo alcalde Carlos Bustamante decidió reemplazarlo por otro militar, Leyzaola no abandonará su labor.
Dijo que va contemplar otras propuestas para continuar su trabajo.
En una entrevista exclusiva, habló francamente de su labor en los últimos tres años, y lo mucho que todavía hay que hacer en la guerra contra los criminales.
Muchos consideran al teniente coronel un héroe o un personaje de cómic dispuesto a hacer su trabajo a pesar de recibir amenazas de muerte o perder a oficiales cercanos a él durante el combate contra los cárteles de la droga.
Pero también hay quien supone que es un villano y lo acusa de tortura. Los testimonios al respecto fueron recogidos por la Procuraduría de los Derechos Humanos y aún las denuncias no han sido aclaradas.
Los apodos que ha vertido la prensa para él son de antología; ha sido un Harry El Sucio azteca (revista Eme Equis), un general Patton mexicano (programa Tercer Grado) o el G.I. Joe nacional (Milenio), entre otras personas históricos o de ficción. Incluso la revista New Yorker lo dibujó como un superhéroe teniendo a su espalda una ciudad Gótica Tijuana, donde maleantes se disputan las calles.
En sus artículos le atribuían frases como: "Yo siempre tiro a la cabeza. Si no mato, pues lo dejo loco". O acciones, como golpear el cadáver de un sicario muerto durante un enfrentamiento, luego de que éste asesinara a un oficial en la 5 y 10, al este de la ciudad.
Cuando se le pregunta a Leyzaola qué opina de estas expresiones y sobrenombres con que han tratado de describirlo medios nacionales e internacionales, no esconde su molestia.
"Yo creo que es gente que no tiene nada qué hacer. Tal vez basan sus conceptos en información que ellos no la tienen de primera mano. Si conocieran realmente el trabajo que se está haciendo a fondo, reconsiderarían su dicho. No me identifico con nadie de estos. Es una visión muy parcial y muy unilateral Ninguna se adecua a mi personalidad", dijo días antes de dejar el cargo detrás de su escritorio en su oficina del octavo piso del edificio de la Secretaría de Seguridad Pública en la zona Río, mientras lo franqueaba una escultura (regalo de su esposa) de San Miguel de Arcángel pisando un demonio, una bandera de México y un rifle negro R- 15.
Da la impresión que medios nacionales e internacionales están desconcertados porque les resulta extraño que un secretario de seguridad simplemente haga su trabajo como debe.
Sí, yo creo que va encaminado a eso. Tal vez no estaban acostumbrados a que alguien hiciera su trabajo y yo me dedico a mi trabajo.
Tal vez sí hice un poco más que los demás, me quedo más tiempo de las ocho horas. Comienzo a trabajar a las 6 de la mañana y termino a la una de la mañana.
Al final todos queremos dejar una huella a donde vamos. A mí me correspondió este trabajo, soy un empleado del gobierno, y trato de hacerlo lo mejor posible. Si tengo que invertir mayor tiempo, no escatimo, lo invierto. Pero considero que no es algo extraordinario, soy un empleado cualquiera que está a gusto con mi trabajo.
Yo no estoy totalmente satisfecho con mi trabajo, porque no he logrado al final lo que yo quiero.
Entrevista sigue en la página 2
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