Tijuana.- Arquitecto, dibujante, diseñador, pintor pop y surrealista o sólo un creador inclasificable en una sociedad que a toda costa exige el orden de un catálogo para encasillar porque la libertad es peligrosa en todos los actos de esta vida.
Tal vez por esa indefinición o vaguedad Pedro Friedeberg fue valorado un tiempo, olvidado por décadas y más recientemente reconsiderada su obra y celebrado de nuevo.
Además al artista siempre le dio por ir a contracorriente refiriéndose con sorna a movimientos establecidos y de gran popularidad en México como el llamado "arte comprometido de la escuela mexicana de pintura" y al arte abstracto.
"En general, mi espíritu se inclina hacia lo absurdo, derivado posiblemente del surrealismo", escribió en sus memorias el autor de la pieza "Silla-mano" y de asientos en forma de alas de mariposa.
La obra de cinco décadas del versátil creador por primera vez se exhibe en esta frontera bajo el título "Pedro Friedeberg. La estética hipnótica, la manía obsesiva y la arquitectura utópica del siglo XXI".
Fue inaugurada el pasado 8 de julio en la sala uno de la galería El Cubo del Centro Cultural Tijuana, donde permanecerá hasta el mes de octubre.
Reyna Henaine, curadora de la muestra, explicó que durante los 50 años que han pasado desde la primera exposición de Friedeberg en Ciudad de México, el artista "ha inventado un mundo fantástico lleno de referencias y símbolos de las culturas y religiones del pasado".
Aunque es conocido en el mundo por su pieza "Silla-mano" (1961), explicó Henaine, su obra pictórica y dibujos, maquetas y ensamblajes han pasado inexplicablemente inadvertidos, pese a que "resaltan edificios imposibles y vistas urbanas soñadas, cajas y cuartos delirantes, extrañas esculturas de lunas y mariposas, y densas composiciones de elementos simbólicos".
De origen alemán, Friedeberg nació en Florencia, Italia, en 1936; sin embargo con cuatro años de edad emigró junto a su madre a México tras estallar la Segunda Guerra Mundial y desde entonces vive en el país, donde estudió arquitectura y fue alumno del pintor, escultor y arquitecto Mathias Goeritz.
La exposición en El Cubo incluye más de cien piezas que comprenden pinturas, serigrafías, esculturas y objetos barrocos dispares (soles, zapatos, mariposas, barajas y árboles), además de maquetas
y elementos arquitectónicos de culturas orientales y prehispánicas.
"El ornamento, que en muchas antiguas civilizaciones milenarias cumplía una función sagrada, tristemente ha desaparecido de nuestra cultura agnóstica, inmoral y pragmática. El minimalismo, o sea nihilismo, es considerado un estilo. Yo, eternamente enamorado del arabesco y el ornamento egipcio, gótico, barroco, victoriano y aún precortesiano, he tratado de restablecer este amor por el adorno, y muchos de mis cuadros semejan un compendio de ornatos, llegando al punto (exagerado) de manía obsesiva, de too much is not enough", señala el artista para explicar su obra.
Guillermo Osorno, director de la revista Gatopardo, le pregunta al artista por sus orígenes y la raíz de su gusto por el absurdo en el artículo El regreso del erudito subversivo. El artista le contesta que viene de "la vida en general, del ridículo. Uno nace surrealista. O no".
Friedeberg es uno de los creadores vivos más importantes del país, dijo Virgilio Muñoz, director del Cecut. "Su obra irradia una libertad expresiva donde se pueden dar todos los mundos posibles y en donde todo es ficción y al mismo tiempo utopía".
La exposición "Pedro Friedeberg. La estética hipnótica, la manía obsesiva y la arquitectura utópica del siglo XXI" puede visitarse de martes a domingo de 10 de la mañana a 7 de la noche. El costo de entrada es de 46 pesos para adultos, 26 pesos niños y 28 pesos para estudiantes, maestros y personas de la tercera edad. Mayor información visita la página www.cecut.gob.mx.