Tijuana no entra por los ojos, entra por la boca y el corazón

Por Mauricio Mireles Tavarez

He decidido apartarme un poco de mis usuales columnas relacionadas con temas meramente políticos, para dedicarle unas cuantas líneas a nuestra ciudad, esa ciudad que nos hace vibrar a muchos.

Mi cariño a nuestra ciudad se remonta a mi madre, Jacky, ya que como muchos tijuanenses, soy el producto de una mezcla de varios estados de la República. Hijo de padre capitalino y de madre bajacaliforniana, mi destino fue que mi tierra por destino y por elección fuera la muy famosa Tijuana.

Sin embargo, a lo largo de mis años desde la niñez e inclusive en la propia Universidad, cuando yo decía con mucho orgullo “soy tijuanense”, en muchas ocasiones recibía comentarios negativos hacia mi muy querida ciudad.

Un día platicando con mi mamá, le decía como no entendía por qué la gente de otros estados de la república, tenían un concepto negativo de nuestra ciudad, a lo que mi madre me respondió: Cuando te digan que Tijuana no es bonita, respóndeles: Tijuana no entra por los ojos, entra por la boca y el corazón.

Fue a partir de ese momento que empecé a vivir mi ciudad de una forma totalmente diferente. Veía lo que la urbe fronteriza representaba para los tijuanenses por nacimiento y aquellos que habían decidido adoptar esta ciudad como su hogar.

Tijuana representa cambio constante, energía vibrante y sobre todo una posibilidad distinta cada día. Ya que es el resultado de la mezcla de muchas culturas, ya no sólo a nivel estatal, sino a nivel internacional. Han llegado familias de distintas partes del mundo que han aportado en la construcción de lo que hoy es nuestra ciudad.

Una de las grandes aportaciones dentro de la cultura tijuanense es la gastronomía, ya que no es inusual encontrarse a más de un visitante foráneo sorprendido ante la gran variedad de oferta gastronómica que ofrece la ciudad.

Desde la comida callejera, en la que destacan los tacos de asada o adobada, hasta la mundialmente famosa ensalada Caesar llegando a la alta cocina de reconocidos chefs a nivel internacional, como Miguel Ángel Guerrero , Javier Plascencia y Jair Téllez.

Nuestra ciudad ofrece un platillo para todo tipo de paladares y exigencias, no importa que quieras.

Por lo que ahí toma sentido la frase de mi mamá de que Tijuana en primer lugar entra por la boca. Todo aquél que nos visita, empieza a encontrarle su primer encanto a la ciudad con tan sólo visitar uno de sus restaurantes.

Es difícil describirlo, pero pareciera que todo aquí sabe bien.

Una vez que la ciudad empieza a conquistar a sus visitantes por medio del paladar, cualquier persona empieza a ver más allá de simples calles y avenidas, dando resultado así al inicio de la conquista de su corazón.

La ciudad como bien menciono en el párrafo anterior no es solo un montón de calles y avenidas vacías, es su gente.

Esa gente que con orgullo se dice tijuanense, que a diario se levanta muy temprano para llegar a las maquilas, a los comercios, a sus negocios o empresas. Trabajadoras a tope, de eso no hay duda.

El tijuanense, es trabajador. Nada le pide a nadie, como bien dicen todos, aquí hay trabajo hasta que te canses. Aunque las condiciones hayan ido cambiando un poco en los últimos años, pero prometí no hablar de política.

Por eso, al ver a toda mi familia, amigos y conocidos, recuerdo muy bien que Tijuana es su gente. Lo que me hace sentir la ciudad proviene de todos ellos, siempre con una sonrisa y con ganas. Con muchas aspiraciones, porque de entrada el que viene aquí, siempre aspira a una mejor vida.

Lo que al escribir estas líneas me hace concluir que:

Tijuana te hace vibrar el corazón, por ello se ha convertido en el hogar de millones.

Cuidémosla, impulsemos el sentido de pertenencia a nuestra ciudad y agradezcamos su nobleza, empecemos por pequeñas acciones, no importa cuál. Nunca olvidemos que las mejores playas se conforman de pequeños granos de arena.