Las culturas y sociedades se distinguen entre sí, pues, cada una tiene sus propias características y dinámicas que las hacen únicas y a la vez las conectan con otras, en el mundo de la globalización se da el intercambio de diversos aspectos entre grupos de personas, la lengua, por mencionar uno de estos, es uno de los componentes que más se comparte e influye entre los seres sociales, pues, desde siempre la lengua ha acompañado a la religión, a la monarquía, a los migrantes; un ejemplo claro son las palabras de Antonio de Nebrija (1444-1522) que en su Primera gramática de la lengua castellana inmortaliza la frase “la lengua es fiel compañera del imperio” pues, así como las personas y comunidades migran llevando consigo nuevas tradiciones, ideologías, gastronomías, y por supuesto su lengua que vendría a considerarse como el elemento más importante como grupo social, pues, viene a enriquecer la lengua dominante y la viene a complementar.
La región transfronteriza Tijuana-San Diego es un ejemplo claro de este fenómeno lingüístico al que llamaremos comunidades lingüísticas emergentes. La región desde 1800 ha sido región de migrantes, que vienen a modificar la dinámica social y lingüística de la zona. En las últimas décadas se ha tenido una migración masiva de personas de diversos estados de la República, en los 80s se da una migración masiva de sonorenses, en los 90s de jaliscienses y a partir del inicio de siglo de Sinaloa, esta última es la predominante hasta nuestros días. Las migraciones de personas de otros países ha sido notoria en los últimos años, pues a partir del 2016 según datos del Gobierno de México, se comienza con una migración masiva de ciudadanos haitianos provenientes de Brasil principalmente, recordemos que este grupo se vio desplazado de su lugar de origen a raíz del terremoto del 2010.
Las comunidades emergentes en la región han tenido un impacto a nivel social y lingüístico, pues, en el caso de los haitianos se ven lugares que ofrecen gastronomía local pero con el estilo propio del país caribeño, eso sin mencionar que ya instauraron la llamada Little Haití en la delegación Playas de Tijuana. Otro de los grupos que ha impactado en los últimos años son los migrantes centroamericanos que al verse desplazados por el crimen organizado, buscan un asilo político en Estados Unidos, así pues, a pesar de los esfuerzos de México y el vecino del norte una gran cantidad se queda en la región fronteriza. Finalmente, el ejemplo más reciente es la comunidad ucraniana que por la invasión rusa se vieron en la necesidad de migrar a Estados Unidos, y es Tijuana la ciudad que más refugiados recibió a espera del asilo político, pues, se estima que cruzaron por la ciudad poco más de 20,000 migrantes de Europa oriental en los últimos meses, si bien, su impacto lingüístico no será en la ciudad de Tijuana sí lo será en la región de San Diego, pues, la mayoría es donde se ha asentado.
De acuerdo a la Dr. Karina Olguín Jiménez académica de la Facultad de Idiomas Tecate de la UABC son las relaciones comerciales, culturales, educativas y económicas con Estados Unidos las que ayudan a que este tipo de situaciones sean notorias, pues, “es algo que va a continuar, la gente está buscando oportunidades [….] hay personas que no llegan a su destino y traen cultura, un bagaje y la lengua que es lo que más nos interesa, llevarán a un cambio lingüístico que si bien en este momento no lo vemos, va a suceder eventualmente”
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