Las caravanas migrantes son una realidad desde hace varios años, sin embargo, la que más ha llamado la atención fue la del 2018, debido a la gran cantidad de migrantes que la integraban, donde más de 4 mil personas provenientes de Honduras y El Salvador buscaban llegar a Estados Unidos atravesando México. Esto debido a que la corrupción, el saqueo y la delincuencia que acechan en Centroamérica obligan a sus habitantes dejar su hogar y desplazarse a otros países.
Desde ese entonces las caravanas no han hecho más que incrementar. Las consecuencias del aumento en el flujo migratorio endurecieron las políticas de migración primero bajo la mano dura de Trump y más recientemente con Biden. Y aunque la actual administración de Estados Unidos busca aplicar medidas más humanitarias, como la inversión en los países de origen, la deportación en los centros de detención migrante no han parado, de hecho está en el número más alto de detenciones con más de 1,7 millones en los últimos 12 meses.
Y frente al endurecimiento de la frontera, los migrantes buscan otras maneras de llegar a su destino, dejándoles como única opción pagarle a alguien, conocido como pollero, que les ayude a cruzar la frontera de manera ilegal. Sin embargo, desde la guerra contra el narco, la línea entre polleros, traficantes y narcos cada vez es más delgada y eso deja en vulnerabilidad a las personas migrantes. La reciente tragedia sucedida en Chiapas es un ejemplo de ello; más de 160 migrantes que después de haber estado encerrados en casas de seguridad viajaban hacinados dentro de la caja de un camión que terminó volcándose, cobrando la vida de decenas.
Desafortunadamente y según el Instituto Nacional de Migración, hoy existen muchos casos similares, tan sólo este año fueron detenidas 225 mil personas, 35 mil en operativos contra tráileres. Y este mes, la Guardia Nacional interceptó en Tijuana un camión que llevaba dentro a 75 migrantes brasileños y venezolanos en su mayoría menores de edad y mujeres. Aunado a estas terribles cifras, vale la pena recalcar que las mujeres y las niñas son las principales víctimas de trata, y normalmente son los polleros los que las trafican o entregan a grupos delincuenciales con la promesa de cruzar la frontera.
Ya sea en los mayores puntos de concentración de migrantes como Ciudad Acuña, Tijuana o Chiapas los polleros no dejarán de ver la vida de los migrantes como un negocio rentable. Tan es así, que hace unos meses el gobierno de Tijuana notificó que a la Garita del Chaparral estaban llegando, al por mayor, grupos de polleros ofreciendo sus servicios.
Aun así, esto no es un problema exclusivo de México, la detención de 13 polleros por parte del gobierno de Guatemala podría agilizar las investigaciones de la FGR e inaugurar una nueva estrategia de coadyuvancia entre los países que comparten la responsabilidad por esta crisis humanitaria. Desafortunadamente ahora, el clima no parece mejorar, el aumento de la pobreza en Centroamérica acrecienta las filas de las nuevas caravanas y augura una tormenta económica y social para los países latinoamericanos, en donde probablemente los polleros sean los únicos beneficiados.
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