El Valle de Guadalupe en Ensenada es motivo de orgullo para Baja California. La ubicación es catalogada como la Capital del Vino en México, por lo que su popularidad ha aumentado con los años.
Más de 150 vinícolas se encuentran ahí promoviendo sus diferentes productos y vinos, muchos de los cuales han logrado reconocimiento internacional y han puesto en el mapa al estado como un atractivo que los turistas desean visitar.
No obstante, la popularidad del valle lo ha llevado a una sobrexplotación y saturación; su declive se ha acentuado tras la proliferación de negocios y espacios de giro comercial en un entorno que carece de la infraestructura de recursos vitales como el agua y que ha puesto en alerta a los habitantes de El Porvenir y San Antonio de las Minas, pues de seguir así el desarrollo del ecosistema no será sostenible y su futuro será incierto.
La llegada de constructoras que erigen hoteles, nuevas vinícolas y el uso indiscriminado del suelo por parte de compañías que arrasan con zonas naturales protegidas para hacer eventos masivos ha sesgado a las autoridades en la concesión indiscriminada de permisos o en su defecto “hacerse de la vista gorda” si es que incumplen alguna normativa, a cambio de una importante derrama económica que llega a la zona (o a sus bolsillos), que dicho sea de paso también genera empleos.
Gran controversia se presentó el pasado fin de semana luego de la programación y posterior cancelación del concierto del artista de música regional Christian Nodal en el Valle de Guadalupe.
El predio que iba a alojar el evento, construido por APM Producciones, fue clausurado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (PROFEPA) tras dar a conocer que los organizadores no presentaron autorización en materia de uso de suelo en terrenos forestales; la maquinaria pesada empleada para arrasar con más de 25 hectáreas se llevó consigo un matorral muy característico de la zona, dañando el ambiente.
El sábado 9 de octubre por la mañana, horas posteriores a la cancelación del evento, diversas organizaciones, entre ellas Por Un Valle de Verdad, Comité Provino Baja California, Asociación de Vinicultores de Baja California A.C., Comité Estatal, Sistema Producto Vitivinícola de Baja California A.C, así como ciudadanos inconformes y ejidatarios del poblado se manifestaron en las calles ante la llegada de los eventos masivos al Valle de Guadalupe.
Las más de 20 mil personas (que al final sí se dieron cita, aunque en otro lugar en el concierto del domingo), doblaron a la población del valle e hicieron reflexionar a muchos sobre en lo que se ha convertido esta zona últimamente, la cual vio sus orígenes con pequeños viticultores en medio de un camino rural hace un par de décadas y cuya escapada a los visitantes les resultaba ampliamente disfrutable, pero que ahora es un destino que poco a poco se va deteriorando, no solo por la gran afluencia de personas de todo tipo, sino por los accidentes de tránsito de personas alcoholizadas, los sobreprecios en alojamientos y restaurantes sin que necesariamente mejore la calidad de los servicios (según comentó el periodista y escritor Max Cortázar en su columna para Excelsior), así como una cada vez más creciente inseguridad.
Otro aspecto preocupante es la falta de un departamento de bomberos, un hospital digno, ambulancia, cuerpo policiaco suficiente y servicios de recolección de basura que pudieran dar abasto oportuno y eficiente a quienes acuden al Valle de Guadalupe. El que las vialidades no estén adecuadas para ello entorpece las operaciones que vienen de fuera.
El valle, cuya mitad de los visitantes proviene de San Diego, Orange County y Los Ángeles, ha pasado de ser un espacio secreto en un paraíso terrenal a un pretexto para la fiesta, el derroche, la excentricidad y el motivo para tomarse una ‘selfie’ que enaltezca las falsas apariencias.
La sobrexplotación de los entornos naturales ha conllevado antes a la desaparición de sitios turísticos en México que se volvieron demasiado populares y ya no se dieron abasto, como es el caso de Hierve el Agua en Oaxaca, la cual tuvo que cerrar recientemente a los visitantes por la contaminación que ellos mismos acarreaban, así como la disputa política entre dos pueblos que se peleaban las ganancias del costo de admisión.
Agricultores, chefs, organizaciones ambientales y la población en general desean que esto no le ocurra al Valle de Guadalupe por lo que están ideando nuevas formas de garantizar sus sustentabilidad y permanencia con planes de acción concretos.
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