Dentro de la extraordinaria riqueza de la lengua española suele utilizarse un refrán que dice: El camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Su significado suele asociarse a la idea de que los buenos propósitos de nada sirven si no van acompañados de las obras. Suele utilizarse de manera irónica para señalar a quien incumple su palabra o lo hace de manera parcial. Bajo esta perspectiva podríamos decir que el refrán está íntimamente ligado al tema de la voluntad.
En ocasiones las buenas intenciones y voluntad pueden venir acompañadas de acción, incluso acción firme y decidida, pero mal orientada sin un conocimiento a fondo del asunto o problema sobre el que se busca actuar y sin un plan claro de cómo y cuándo hacerlo.
En una ciudad, de cualquier tamaño, la voluntad de las autoridades gubernamentales y de la ciudadanía son sin duda el elemento indispensable para lograr un mejor lugar para vivir para todos sus habitantes. Sin embargo, la mera voluntad y buenas intenciones no son suficientes, incluso acompañadas de acciones, ya que dadas las circunstancias apropiadas estas pueden resultar inclusive contraproducentes. Por ejemplo, nadie podría calificar el plantar un árbol como una acción negativa, pero podría ser una acción inútil si no se contemplan ciertas condiciones que garanticen con cierto grado de certeza que el árbol no morirá o que no requerirá para garantizar su supervivencia de cuidados que consuman recursos excesivos de diversos tipos. El ejemplo pudiera resultar muy elemental, pero intenta resaltar el cómo sin un amplio entendimiento de una problemática y una estrategia clara de alcances a corto, mediano y largo plazo el actuar de sociedad y gobierno en lo urbano pueden derivar en el mejor de los casos en iniciativas de corto alcance o que ¨quedan a medias¨, lo que influye negativamente en el ánimo de los impulsores de las mismas y el resto de la ciudadanía, particularmente cuando los recursos humanos y presupuestales son limitados.
Las ciudades de Baja California son mayores de edad, su ritmo de crecimiento y desarrollo fue durante el siglo XX, y es hasta el día de hoy, distinto en muchos aspectos a la mayoría de las ciudades medias de México. La dinámica, complejidad y tamaño de estas no permiten, de hecho es el caso de tiempo atrás, que basten las buenas intenciones ni los proyectos llenos de energía y esfuerzo por parte de los ciudadanos y de algunas autoridades. Se requiere que estas buenas intenciones, energía y esfuerzo de los ciudadanos, que son indispensables, se acompañen de proyectos viables y estructurados, que sepan ver a mediano y largo plazo sin descuidar el presente. Abordarlos estratégicamente no solo para que el proyecto sea una realidad con un alto grado de éxito, sino que sea económicamente viable y de ser posible sustentable, que resista los embates del tiempo y subsista. Iniciativas que no se contraponen unas con otras y que busquen satisfacer múltiples necesidades y objetivos.
Desde la creación o consolidación de áreas verdes, centros recreativos o deportivos, espacios culturales, zonas de paseo y convivencia social, equipamiento urbano en general o infraestructura y planes de movilidad, es fundamental que la planeación, estrategia e implementación de cualquier iniciativa que se busque emprender en nuestras ciudades se aborde con profesionalismo y seriedad, según el perfil urbano de cada ciudad, o sector específico de estas a impactar, y las ventajas o desventajas, oportunidades y prioridades que ofrezcan respuestas responsables a los habitantes de las ciudades de Baja California.
No se trata de ¨inventar el hilo negro¨, está al alcance de aquellos que con visión y espíritu de innovación se inspiren en casos de estudio y éxito, y que dispongan al frente de las tareas de diseño y gestión de dichas iniciativas a las personas adecuadas, no solo por sus conocimientos y experiencia sino por su actitud para buscar siempre tener mejores ciudades. En ocasiones las personas que formen estos cuadros de trabajo podrán ser locales, pero en ocasiones se requerirá de la capacidad y experiencia de fuera de la región. Lo importante es tener claro que para problemas complejos la improvisación y los atajos suelen terminar, en el mejor de los casos, en oportunidades perdidas.
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