Muy pronto Baja California tendrá nuevas administraciones de gobierno estatal y municipales. Estas se desarrollarán de nuevo en los períodos de tiempo acostumbrados, seis y tres años respectivamente, tras las abreviadas administraciones de dos años que se presentaron en uno y otro de los niveles de gobierno. Muchos problemas, rezagos y retos tendrán que enfrentar las administraciones entrantes, y más allá de la mínima honradez y eficiencia que cualquier gobierno debería practicar, es fundamental que dichas administraciones sepan identificar, jerarquizar y comprender la raíz y esencia de esos problemas, rezagos y retos, específicamente en el entorno de lo urbano.
Según el censo de población 2020 el 94% de la población de Baja California es urbana. Solo Nuevo León con 96% y la CDMX con 99%, superan a Baja California en esta categoría. Esta característica demográfica del estado puede rastrearse a la época de la fundación de sus principales centros urbanos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, lo cual estuvo íntimamente ligado al explosivo desarrollo del sur de California durante ese periodo. Según el mismo censo, la suma de la población urbana de la conurbación de Tijuana, Tecate y Rosarito, y la del centro de población de Mexicali concentran más del 80% de esa población del estado.
Tijuana y Mexicali no solo concentran la mayor cantidad de habitantes urbanos, sino que a lo largo del siglo XX han visto un crecimiento altamente acelerado, con prosperidad y bajo reglas particulares con respecto al resto del crecimiento urbano del país. Es innegable que aun en épocas en las que las cosas se han hecho bien por parte de las autoridades en relación a planeación, administración urbana e infraestructura, a partir de la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas que llevamos del siglo XXI, el crecimiento urbano de los dos grandes centros de población, aún más Tijuana, han presentado un ritmo de crecimiento que ha rebasado las capacidades presupuestales, administrativas y técnicas de las autoridades. Así, el crecimiento poblacional y expansión territorial que ambas ciudades han alcanzado, la respectiva deficiencia con la que esto se ha presentado y la falta de políticas públicas integrales encaminadas a crecer mejor, en las que temas como movilidad, densidad, equilibrio ambiental, etc., dialoguen entre ellos y no se manejen como fenómenos aislados, han resultado en un enjambre complejo que requiere que la autoridad realice un esfuerzo real y transparente por comprender la problemática urbana desde todas sus dimensiones.
Las ciudades son organismos vivos, que se modifican segundo a segundo y en las cuales una medida o acción tiene innumerables repercusiones. La necesidad de consensar políticas públicas integrales, que requieren de tiempo una vez implementadas para dar resultados, y que atiendan estos problemas a corto, mediano y largo plazo es inaplazable. Los costos ambientales, económicos y sociales seguirán incrementándose y cada vez serán más difíciles de revertir o mitigar. Las políticas deben ser diseñadas de tal manera que tomen en cuenta una jerarquización en orden de importancia, o en su caso de urgencia, de los problemas a resolver. Lo anterior con el afán, no de resolver primero un problema y después el otro, sino para que esas políticas se orienten a abordar los problemas más graves con mayor prontitud, pero en el proceso ir tomando medidas que atiendan rápida o progresivamente otros temas que seguramente tendrán una conexión primaria o secundaria con los problemas graves.
En el caso de Mexicali el problema más urgente de atender, por el peligro que representa para la salud, es la mala calidad del aire que la ciudad experimenta de manera casi permanente. Toda política pública urbana debe considerarla como variable obligada. Por ejemplo, el atender seriamente temas cruciales como movilidad urbana y densidad, tendrá un impacto real y positivo a mediano y largo plazo sobre la calidad del aire.
En el caso de Tijuana el problema más urgente por atender, y variable imprescindible a considerar, es la movilidad. Esta tesis la confirme tras consultar la opinión de la Dra. Dinorah González, quien considera el acceso a la vivienda como el problema más urgente y sitúa la movilidad en segundo lugar, y la del Arq. Jorge Gutiérrez quien considera la movilidad como el problema más urgente, así como la capacidad de red eléctrica. Ambos son residentes y ampliamente reconocidos conocedores del fenómeno urbano en Tijuana.
Tijuana y Mexicali no están para la improvisación y los parches. La falta de seriedad y las propuestas sub-profesionales, no solo no resolverán problemas sino que harán que los rezagos e insuficiencias sigan creciendo exponencialmente.
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