Érase una vez, allá por 1922, cuando las barreras entre la frontera de Estados Unidos y México no existían y sólo eran unos cuantos los que habitaban la ciudad, con tan sólo el viento soplando sobre el pequeño río que desembocaba al océano Pacífico.
El día de hoy, San Diego y Tijuana forman parte de la frontera binacional más grande de la región. La garita de San Ysidro, la cuál es el puerto de entrada principal de Estados Unidos, y la garita más transitada en todo el hemisferio oeste. La zona de carga de Otay Mes, se ha convertido en la segunda frontera más ocupada con todos y sus 1,954 millas, las cuáles ven pasar un promedio de 3,000 camiones diarios.
"No se puede tener a Tijuana si no se tiene a San Diego, y si no se tiene a ninguno de los dos no se tendría la frontera", mencionó Gabriel Rivera, coordinador del Archivo Histórico de Tijuana. "Tijuana es y seguirá siendo la frontera para San Diego debido a su ubicación."
A pesar de que el flujo de personas ha incrementado en cuánto al cruce fronterizo, la tecnología y los cercados nuevos han vuelto mucho más difícil el cruce para aquellos que lo quieren hacer de manera ilegal. Sólo basta observar el Cañon Zapata en la colonia Libertad, el día de hoy se encuentra totalmente cercado y con patrullas siendo que alguna vez fue utilizado por miles de peatones indocumentados.
"El uso de la garita solía ser muy informal" mencionó Paul Ganster, director del Instituto Regional de Estudios de las Californias en el Universidad Estatal de San Diego. "Pero cuando comenzamos a preocuparnos por el número de personas indocumentadas que hacían uso de ella y por el narcotráfico, el fortalecimiento fronterizo que ocurrió de manera gradual canalizó un gran movimiento que fue establecido a través de oficiales en la garita."
Los cambios más dramáticos en la garita ocurrieron después del ataque del 11 de septiembre de 2011. Las líneas incrementaron drásticamente debido a revisiones intensificadas y requerimientos de documentos nuevos.
Mientras que las barreras físicas entre San Diego y Tijuana han crecido, su economía solo se ha vuelto más integrada. Y aunque existen algunos que desean que exista una notable separación, hay otros que alegan que deberían estar aun más unidos. El estira y afloje entre conectar y permanecer separados ha sido un tema que ya ha sido tocado muchas veces, involucrando narcotráfico, inmigración, y cualidades ambientales.
Hoy en día, existen muchas perspectivas de lo que la frontera es y lo que debería ser.
"Creo que la frontera es definitivamente un asunto de seguridad," menciona Duncan Hunter, un ex congresista de San Diego, autor de la ley que exigía poner 854 millas de barda en la línea fronteriza para disminuir el narcotráfico del lado mexicano en 2006.
En San Diego, "una vez que se instaló el cercado doble, los criminales perdieron la habilidad de moverse rápidamente a través de la frontera, permitiendo patrullar la garita de manera efectiva," mencionó Hunter.
Definiendo la frontera
Al abrir un mapa de los Estados Unidos y observar la forma de la frontera más famosa del oeste, podemos ver una línea larga la cuál comienza en la costa del Pacífico y sigue hasta donde California topa con Arizona.
Cuando se crearon los planos para la frontera durante la Guerra Mexico-Estadounidense, poco después de que California se convirtiera en estado, aún había muy poco conocimiento de las tierras a la cuales se estaban adentrando. Se tenía noción de que San Diego tenía una bahía, y para los funcionarios estadounidenses, este era un patrimonio muy importante que debía ser salvaguardado.
Durante la Revolución Mexicana, el pueblo de Tijuana contaba con apenas 510 habitantes, de acuerdo con "Tijuana en la historia" del historiador David Piñera y Gabriel Rivera.
Una vez que la era de la prohibición llegó de 1920 a 1933, la relación de San Diego y Tijuana tomó un gran giro. Mientras que San Diego cada vez estaba más sobrio, Tijuana alcanzó su máximo apogeo. En ese entonces, contaba con un casino, aguas termales, un hipódromo, restaurantes, cabarets, hoteles y burdeles que ayudaron a cementar su identidad como un pueblo resort decadente.
Esta reputación llego con un precio muy alto. Ante los ojos de algunos, Tijuana estaba demasiado cerca y tenía demasiada libertad.
Tiempo después, una tragedia alentó esta percepción cuando en 1926 una respetable familia de San Diego visitó Tijuana para pasar una tarde júbilo. Clyde y Audrey Peteet tenían dos hijas, quiénes se encontraban en sus veintes. Las jóvenes terminaron en un cuarto de hotel con dos hombres que abusaron de ellas y posiblemente las drogaron. La familia regresó al día siguiente a San Diego en donde todos sus miembros terminaron por suicidarse. La historia fue noticia nacional.
Sus muertes se convirtieron en una llamada de abstemio, consiguiendo que los legisladores cerrarán la garita de 6:00 p.m a 8:00 a.m todas las noches, "para así combatir las nefastas influencias de los vicios mexicanos" según palabras del entonces congresista Phil Swing.
Este toque de queda continuo a tener efecto hasta 1933, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt finalmente se deshizo de él.
Dos años más tarde, en 1935 fue el turno de México cuando el presidente Lázaro Cárdenas, quién veía a las apuestas como un problema de salud social, mandó cerrar todos los casino en México, incluyendo el famoso Agua Caliente de Tijuana, teniendo un impacto "significativamente negativo" en la economía de la cuidad.
Para compensar esta pérdida, Cárdenas decretó en 1937 una zona libre justo a un lado de la garita donde bienes extranjeros podían entrar al país libre de impuestos, y de esta manera "la población local podría reorientarse hacia actividades económicas mucho más sanas y firmes". Esto continuo por casi seis décadas, hasta el lanzamiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
El paso fronterizo se agiliza.
Mientras que la Segunda Guerra Mundial ocurría en Europa y Asia, la región fue cambiada para siempre. México rompió relación con Alemania y sus aliados de Axis, manteniendo aquellas que ya tenía con Estados Unidos, pero aún así se abstuvieron de tener relación directa con la guerra. No obstante, el temor a un ataque Japonés ocasiono muchos apagones para Tijuana.
"Lo recuerdo como si fuera un sueño" menciona Enrique Gamboa, un hombre de negocios de Tijuana quién en 1944 tenía 5 años. "Se escuchaba una sirena cada vez que pensaban que nos iban a bombardear. Todas las luces eran apagadas".
Durante la guerra, millones de mexicanos cruzaron hacia Estados Unidos como parte del programa de trabajo Bracero en el cual trabajaban los campos estadounidenses así como dentro de fábricas. Este fenómeno llevo al crecimiento de vecindarios tijuanenses, ya que muchos llegaban con la esperanza de trabajar en Estados Unidos y al no ser contratados se quedaban en la cuidad.
Al llegar la época de los 60, Tijuana se vio llena de crecimiento y cambio. Para acomodar el creciente cruce fronterizo, el Gobierno Federal de México expandió la garita de entrada del país hasta San Ysidro, abriendo en 1964 la ahora demolida Puerta México.
Ese mismo año el programa Bracero llegó a su fin, obligando a muchos trabajadores mexicanos volver a su hogar. Para combatir el desempleo en las ciudades del norte del país, el Gobierno Federal lanzó el Programa de Industrialización Fronteriza, donde se invitaba a invertir en maquilas de exportación que permitían la importación de materia prima temporalmente libre de impuestos.
Durante este tiempo, la frontera fue cuidadosamente patrullada, pero sin dejar de ser permeable en su cruce.
En este contexto, al llegar la Guerra de Vietnam, una arrasante ola de entradas no autorizadas y un incremento en el uso de drogas invadieron Estados Unidos, provocando que el tráfico del cruce y el cumplimiento de leyes volviera a cambiar.
El flujo continuo de entradas sin autorización, y el creciente narcotráfico, eventualmente llevó a la creación de la infraestructura que caracterizó a la garita de 1980 hasta principios de los 90.
Crecimiento vs. crecimiento
A finales de los 80, "la garita se volvió tierra de nadie", según lo recuerda Duncan Hunter quién fungió como congresista republicano de San Diego de 1981 a 2009.
Los narcotraficantes solían abrir camino a través de las frágiles bardas de la frontera para así transportar sus cargamentos: "Sus camiones y camionetas cruzaban de manera regular," mencionó Hunter en una entrevista reciente.
A las orillas de la Colonia Libertad, cientos de personas indocumentadas se reunían al caer la noche, esperando el momento preciso para poder pasar corriendo justo debajo de las narices de los ya abrumados Agentes Fronterizos. El Colegio de la Frontera Norte reportó que en 1988 no hubo lugar en la frontera México-Estados Unidos que tuviera más cruces ilegales como éste.
Esta situación trajo consigo a principios de los 90 un cercado sin precedentes que consistía en una presencia militar excesiva, así como la instalación de láminas soldadas que hoy en día se extienden 14 millas hacia el este del océano Pacífico. Mientras que esta barrera con 10 pies de altura detenía a los vehículos, las personas aún podían brincarla, por lo que a mediados de los 90 se instaló una segunda barda de 15 pies de alto: una malla de acero con la parte de arriba doblada hacia adentro, haciendo que brincarla fuera casi imposible. En algunos puntos estratégicos, existe una tercera barda.
Tim Hamill, portavoz del sector del U.S Border Patrol de San Diego, llamó a esto "el sistema de infraestructura de la garita". Este sistema incluye iluminación y monitoreo de 24 horas a través de videovigilancia.
Para patrullar el área, la agencia agregó personal, incrementando sus 1,500 agentes en el sector de San Diego en 2005 a los 2,500 con los que cuentan hoy. A mediados de los 90, la mayoría del tráfico se movió hacia el este, pero los narcotraficantes no se han rendido por completo, ya que constantemente hacen hoyos en la malla de acero los cuales deben ser tapados una y otras vez por las Patrullas Fronterizas. Otro reto constante es el clima.
"Cuando llega la neblina, la iluminación no sirve de nada," menciona Hamill. "No se puede ver nada en video."
Para quiénes cruzan la garita ya sea por San Ysidro o por Otay Mesa, el incremento de seguridad que hubo después del 11 de septiembre del 2001 significo una elevación sin precedentes los tiempo de espera y el cruce peatonal hacia el lado norte de la frontera.
"Se entiende que son procesos, pero se ha perdido cualquier tipo de cordialidad", mencionó Treviño. "Nos entristece. Antes éramos nosotros, ahora somos "ellos". Se puede sentir la diferencia entre los dos países."
El incremento en el uso de tecnología ha ayudado a mejorar los extensos tiempos de espera, para aquellos que tienen SENTRI, se encuentran dentro del programa de Viajero Confiable, o C-TPAT, el programa de Comerciante Confiable. Actualizaciones en las líneas vehiculares también han reducido el tiempo de espera, sin embargo esto no ha beneficiado a los peatones.
"La tecnología tiene gran impacto en cuanto a como a hacemos negocio" menciona Sidney Aki, director de la garita de San Ysidro. "Trabajamos de manera más inteligente".
Tanto Aki como quiénes crean las leyes fronterizas están conscientes de cualquier método de cumplimiento de ley que utilicen, los narcotraficantes siempre buscarán una manera de sacarles la vuelta. "Es como si fuera un globo" menciona Aki. "Aunque lo aprietes, la misma cantidad de aire seguirá ahí."
Vía U-T San Diego
Más noticias en SanDiegoRed.com
Sigue a San Diego Red en Facebook y Twitter.
editorial@sandiegored.com
zyanya.figueroa@sandiegored.com
Comentarios
Facebook
SanDiegoRed
Nuevos
Mejores