El cuarto platillo fue sensacional. Un ravioli abierto relleno de codorniz, nueces y olivas. Me emociona escuchar que un plato tiene codorniz. ¿Soy la única? Apuesto a que no. Hubo un pequeño milisegundo en el que me le quedé viendo a la comida solo admirando su belleza, pero luego los aromas llegaron a mi nariz y fue el fin de eso. Sabores muy ricos y agradables con una variedad de texturas hicieron de este platillo mi favorito de la noche.

El último platillo salado fue un filete de pescado sobre un puré de frijoles negros. Nopales a las brasas lo acompañaban en su aventura. La crujiente piel del pescado cubierta con los suaves frijoles negros y un poco de nopales era simplemente deliciosa. Los nopales le dieron la textura ideal al pescado.

Los quesos de la Cava de Marcelo llegaron hermosamente presentados en una pieza de roca volcánica y la cucharada de miel local fue un lindo detalle también.

Culminamos la noche con una porción de pastel de chocolate y nieve de vainilla de la casa. Tenía cacahuates y trocitos de galleta espolvoreados encima. El chocolate dulce con galletas crujientes y lo frío de la nieve se complementan de manera clásica.

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Por: Kristin Díaz de Sandi

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Traducción: Karen.Balderas@sandiegored.com