San Diego

Tijuanizando México: Luis Alberto Cetto

El vitivinicultor dejó Tijuana para llevar el vino bajacaliforniano al resto del país

El Valle de Guadalupe fue el jardín donde dio sus primeros pasos, donde aprendió a conocer el mundo y la tierra que le enseñó su oficio: Vitivinicultor.

Sin embargo, Luis Alberto Cetto debió autoexiliarse de su valle, pues alguien debía llevar el vino bajacaliforniano al resto del país.

Europa reconoció antes que México el valor del producto de la vid bajacaliforniana.

Desde la boutique que administra en Lomas de Chapultepec, Luis Alberto Cetto lleva el espíritu del Valle de Guadalupe a las mesas de los mejores restaurantes del país.

Cetto sabe de uvas, sabe de barricas, pero también sabe de motocicletas. El enólogo Camilo Magoni le enseñó los secretos de la combinación de uvas, pero también le enseñó a manejar la moto.

El vitivinicultor es aficionado a recorrer las carreteras del país a bordo del vehículo de dos ruedas y cada que tiene oportunidad escapa al valle mágico que lo vió crecer.

Entre obras de arte y cavas de Nebbiolo, platicamos con Luis Alberto Cetto en la boutique de su casa vinícola. Esto fue lo que nos narró.

¿Qué significa Tijuana en su vida?

Tijuana son mis raíces, el origen de lo que soy. Es donde está mi familia y es donde yo aprendí no nada más del negocio del vino, sino a ser mexicano. Toda mi formación escolar la hice en Tijuana en el Instituto México y luego en el Cetys. Es mi tierra, mi origen y mi razón.

Extraño mi vida, extraño mis amigos, extraño mucho a Tijuana, pero tengo la fortuna de que puedo regresar a la ciudad generalmente una vez al mes y yo espero algún día, tal vez cuando sea más grande, regresar a vivir ahí.

¿Qué es lo que usted no perdona en una visita a Tijuana?

Por costumbre de antaño con mi padre, los martes, jueves y sábados nos vamos al Valle de Guadalupe, así que a veces bajándome del avión me voy al Valle. Los otros días estoy en Tijuana y no perdono ir a dos o tres restaurantes que me gustan mucho. La cocina de Miguel Ángel

Guerrero y la cocina de Javier Plascencia son algo que aprecio mucho. Trato lo más posible de mantenerme en contacto con compañeros del Instituto México.

¿Qué restaurante le gusta?

La Querencia me gusta mucho, Villa Saverios me gusta mucho, el Taller, el Villa Marina y de vez en cuando también voy al Rinconcito Argentino de la Zona Río.

¿Qué siente usted al llegar a Valle de Guadalupe?

De niño el Valle de Guadalupe fue mi jardín, mi área de recreo, lo recorrí caminando, en bicicleta en tractor. Jugaba a que trabajaba y después me divertía trabajando con toda la gente en el campo. Me tocó mover bloques, construir las primeras paredes cuando hicimos vinícola L.A. Cetto en 1974. Para mí es ir a recordar mi infancia y mi juventud, el Valle de Guadalupe está lleno de recuerdos.

¿Cómo reciben en el Centro de la República el vino bajacaliforniano?

El vino bajacaliforniano es reconocido como el mejor de México y es la zona vinícola más importante de México y ahora, con los prácticamente 60 productores que somos, estamos generando el suficiente ruido para atraer la atención no solo de los consumidores, sino de la prensa especializada.

La verdad ha sido un proceso muy largo. Fue un proyecto que en lo personal me tocó arrancar hace más de 25 años cuando exploramos la exportación y logramos que el vino bajacaliforniano fuera reconocido primero en el extranjero que en el país.

Creo que lo hemos logrado y vamos por buen camino. Lo que tenemos que hacer va a velocidades bastante rápidas.

¿Qué le aporta el vino bajacaliforniano al país?

Yo creo que el vino es cultura, es tradición, es arraigo, es familia, es gastronomía. Contribuimos a la imagen de Baja California y de México. El mercado de consumo de vinos en México está creciendo y Baja California es reconocida como la mejor región vinícola.

¿Qué le gusta hacer en sus tiempos libres con su familia?

Me gusta mucho leer, estar con mis hijos, ver con ellos una película. Soy un motociclista empedernido y he recorrido casi todo el país en motocicleta. Me apasiona andar en moto. Trato de combinar los recorridos en motocicleta con el explorar nuevos mercados.

¿Qué zonas le gustan para andar en moto? ¿Algún paseo que recuerde?

El último viaje que hice salimos de Cuernavaca, llegamos a Ixtapa y pasamos la noche y nos fuimos hacia Lázaro Cárdenas para llegar a Manzanillo. Un tramo de curvas que es la maestría de curvear en moto, un camino muy peligroso y a mí me tocaba ir de puntero o en la segunda posición.

Otra parte que me gusta mucho recorrer es la zona de Tehuantepec que va desde Oaxaca hasta Veracruz, en donde llueve unos 250 días al año, pero tiene los paisajes más bellos de México. Buscamos paisajes, zonas aisladas donde podamos acampar.

Lo que sí te puedo decir es que las mejores comidas de este país las he probado en jacalitos y palapas de pueblito que están por arriba de muchos restaurantes de lujo. Tenemos en moto nuestra ruta del mole y sabemos los cambios de sabores del mole de tierra caliente a la sierra. Donde veas motociclistas parados comiendo, seguramente hay buena comida.

¿Algún libro que le haya marcado?

Leo mucho cuando viajo, me gusta la novela histórica, pero no tengo un autor preferido, tengo temas, leo autores de todo el mundo.

¿Cuál sería su recomendación para alguien que desea hacerse una idea de la buena degustación de un vino?

Probar vinos blancos, tintos y rosados, de precio bajo, medio o alto; el precio en realidad no importa. En el mundo existen 14 millones de etiquetas de vino, en México estamos produciendo 300, creo que lo más importante es aventurarse. Decir hoy probé un vino de San Vicente, mañana pruebo uno de Valle de Guadalupe, mañana es un tinto, después un rosado y lo que van a encontrar es un universo tan grande como la cocina, con sabores y olores totalmente diferentes.

Habiendo usted probado tantos vinos ¿Cuál vino le gusta para comer en su casa?

Con el que empezó mi abuelo, es un vino muy sencillo un chaubenet que es el que yo saco los domingos en una carne asada. Es un vino fácil de tomar, agradable. Se puede uno ir largo con ese vino que es para comidas familiares. A veces hay vinos muy fuertes con mucho cuerpo que son para otro tipo de ocasión.

¿Qué me puede decir del Pasito?

Fue algo que igual que la grapa que mi abuelo se trajo de Italia. Es un vino de uva moscatel y tiene un proceso típico de solera que se va a oxidando con el traspaso de barrica a barrica. Se arranca con una uva de cosecha tardía para que genere la mayor cantidad de azúcar y se procesa como un vino blanco y ese tono dorado que va tomando es parte de la oxidación que va tomando de barrica a barrica. Es un vino que tomo de postre y que me hace recordar las comidas domingueras con mi abuelo.

¿Cuál es la historia de su abuelo?

Mi abuelo fue un hombre que vivió la Primera Guerra Mundial y fue una persona que se encontraba con muy pocas oportunidades en su pueblo en Trento, Italia. América le ofrecía una gran oportunidad de progresar.

Vinieron a México y vinieron a la aventura. Mi abuelo quería venir específicamente a México porque sabía que en México se producía vino. Cuando mi abuelo llega a Tijuana en 1928 la ciudad tenía apenas 3 mil habitantes. La zona fuerte para la producción de vino era Tijuana y Tecate. Fue en 1928 cuando el monta una pequeña vinatería y atrás en un tejabán tenía la uva y empieza él a producir sus primeros vinos.

Esta es una entrevista de la serie que estaremos ofreciendo: Tijuanizando México.

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