Don Miguel Ruiz, autor tijuanense de “Los 4 Acuerdos” uno de los libros bestsellers más importantes a nivel mundial sobre la felicidad, el autoconocimiento, el crecimiento personal y el camino hacia la plenitud, reveló en entrevista exclusiva para San Diego Red cuál es el gran problema de la humanidad.
Durante la reunión que tuvimos con él en Rosarito, el maestro inició la conversación entorno a la búsqueda que lo llevó a cambiar su antigua profesión de médico para dedicarse a algo nuevo y que fue un parteaguas en su vida, sorprendiendo de paso a la gente que lo rodeaba:
Yo hacía cirugías con mis hermanos Luis y Carlos, practicaba la medicina, y en su momento me di cuenta de que había algo más importante y me interesé en la psicología y, con un poco de controversia de la gente a mi alrededor, dejé la medicina para explorar algo nuevo: entender cómo funciona la mente humana, porque, para mí, ver el comportamiento de la gente y del mundo se me hacía muy ilógico, ¿por qué somos como somos? ¿por qué nos tratamos de esta forma? ¿por qué hay guerras, injusticias y todo eso? Entonces decidí investigar mi propia mente, ¿por qué hago lo que hago? ¿por qué trato a la gente como la trato y reacciono a las preguntas que hacen o cómo se comportan?
Todos esos cuestionamientos lo llevaron a escribir “Los 4 Acuerdos”. El libro de sabiduría tolteca publicado en 1997 ha vendido a la fecha más de 4 millones de ejemplares, convirtiéndose en un manual esencial para entender la vida y para saber cómo relacionarse con las demás personas.
Sobre lo anterior, Don Miguel Ruiz explicó el gran problema de la humanidad, el cual se relaciona con el mundo interior, así como una serie de reglas, comportamientos, conceptos, ideas, posturas y maneras de vivir que se han transmitido de generación en generación.
Lo que existe en casi todas las mentes humanas es una guerra de control. Controlarse a uno mismo, controlar a la gente que amas y decirles lo que quieres que hagan para estar contento con eso; pero no tomas en cuenta que ellos también quieren controlarte: Decirte qué debes hacer y por qué. Entonces todos quieren imponer sus pensamientos en otra gente y controlarlos, y si no lo hacen te hieren tanto que te enojas con ellos porque no son lo que tú quieres que sean, pero si ellos te dicen lo que quieren que tú seas, te vas a rebelar. Todo el problema de la humanidad es muy simple: somos animales domesticados. Nos domesticaron para ser lo que ellos quieren que seamos. Nuestros padres nos domesticaron para ser una copia de ellos, y nosotros lo hacemos con nuestros hijos. Los domesticamos a como lo hicieron con nosotros. Esto no solo se da en la familia sino con los maestros en la escuela y en cualquier actividad que uno haga. Todos van a querer controlarnos. Eso explica el comportamiento de toda la humanidad, la guerra, las injusticias, todo es una guerra de control: de naciones a naciones, de pueblos a pueblos, de tribus a tribus.
Considerando que para poder coexistir en armonía y en sociedad necesitamos orden, leyes y principios que no trasgredan al resto, le preguntamos entonces si la domesticación era algo negativo.
La domesticación eso solo eso: domesticación. No es buena ni mala. Es cierto que hay reglas morales, legales y familiares, y si vas en contra de esas reglas va a haber reacciones, te van a castigar o te van a premiar. Así funciona la domesticación, a base premios y castigos.
La solución para este problema, según el autor, es poner en práctica los 4 acuerdos:
1. Sé impecable (sin pecado) con tus palabras: Debemos compartir amor y emanar positividad en nuestra manera de hablarnos a nosotros mismos y de hablar hacia los demás.
2. No tomes nada personalmente: Si alguien te quiere lastimar, esa persona se lastima a sí misma, y es su problema, no tuyo. Déjalo pasar.
3. No hagas suposiciones. Imaginar problemas e inventar historias sobre lo que opinan los demás de nosotros o por qué hicieron ciertas cosas solo nos llena de veneno. Si tienes una duda con alguien aclárala personalmente.
4. Haz siempre tu máximo esfuerzo. Con base a las circunstancias que te rodean realiza siempre lo mejor que puedas sin caer en el perfeccionismo ni frustrarte sacrificando tu felicidad.
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A su vez, Don Miguel Ruiz indicó que existe un Quinto Acuerdo, que es: “Sé escéptico, pero aprende a escuchar”.
Esto es cuando ya has perfeccionado los 4 acuerdos, y lo harás no desde una posición social donde te creas muy inteligente, no es lo que quiero decir, pero serás escéptico en el sentido de que ellos te van a decir lo que creen que es verdad, y tal vez lo sea para el mundo que ellos construyeron, pero no quiere decir que sea verdad para los demás.
El maestro aconsejó que al escuchar se debe tomar únicamente lo que ayuda a crear tu propio conocimiento y construir tu mundo.
Cuando llegas a ese punto te respetas a ti mismo, a lo que crees y a tu creación, entonces comienzas a respetar a los demás, porque todos tienen derecho a creer en lo que quieran y actuar como quieran, sabiendo que, si actúan contra la ley o contra la moral, los van a castigar, juzgar o a meter a la cárcel, pero esas son decisiones personales.
Al preguntarle si se consideraba tijuanense dado su arraigo a la ciudad, confesó:
Soy tijuanense, pero también soy mexicano, y soy americano, y soy de la Tierra, y de este universo y de los otros universos que pueda imaginarme.
Sobre el sentido de pertenencia y aseverando que el nombre es lo que identifica a las personas, pues funciona y por eso las reconocen, Don Miguel cuestionó:
¿Pero eso es lo que eres?, ¡no, eso es lo que crees ser! Toda tu vida has estado actuando y podrían darte un Oscar por ser el mejor actor, ya que actúas para complacer a los demás y complacerte a ti.
Ahondando en lo que recuerda de su etapa en Tijuana, hizo una reflexión sobre el pasado y el presente, pues las cosas cambian con el tiempo:
En mi mente y en mi historia siempre estuve arraigado a Tijuana. La realidad es que he vivido en varios lugares que me gustan mucho, pero esa Tijuana en la cual viví ya no existe, es muy distinta. En la Tijuana en la que yo viví había unos 70 mil habitantes, máximo, y ahora estamos hablando de varios millones de habitantes, no había tanto tráfico. Aquella Tijuana solo existe en mis recuerdos, y ya no es la que recordaba, ahora esta es Tijuana. Como cuando fuiste ese niño, pero ya no lo eres.
Puedes ver un fragmento de la entrevista a continuación:
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