En la Historia de Cristo del escritor italiano, Giovanni Papini, entre sus muchos apartados, dedica un capítulo al tiránico rey de Judea, Herodes, el grande.
Herodes, se lee en dicho apartado, no era hebreo, ni griego, ni romano sino idumeo. Hijo de un traidor, había cosechado para sus adentros toda clase de injurias, perversiones, traiciones y al mismo tiempo, rasgo común entre los árabes, la superstición como un acto religioso. Hizo matar a su esposa, la cual era su sobrina, por infundadas sospechas; también hizo lo mismo con sus cuñados y con la madre de estos. Temeroso de que los sobrinos, llegados a la adultez, vengaran a sus muertos, los hizo matar.
Un oportunista que velaba por mantener su reinado, se arrastraba a los pies de Roma y acostumbraba remedar a los sabios griegos. Hizo quemar vivos a jefes fariseos; ya cercano a la muerte, mandó asesinar a su tercer hijo Arquelao.
Papini interroga en su libro sobre este tirano, que había asesinado a sus propios hijos ¿no sería capaz de asesinar a los hijos ajenos? Cuando los tres magos le informaron que había nacido el Rey de Judea, el tirano tuvo miedo; al no tener la ubicación precisa en donde había nacido el descendiente de David hizo matar en Belén a todos los niños menores de dos años de edad.
Se ignora el número de niños inocentes sacrificados a causa de la paranoia y miedo de Herodes. Se sabe, según menciona Papini, que entre aquellos niños sacrificados, se encontraba uno que era hijo de Herodes y que estaba en Belén, al cuidado de una criada.
Aquel acto atroz y terrible fue la última orden de Herodes el Grande. Este hecho, refiere el autor, es significativo y acaso profético:
nace para morir por los otros y de ahí que decenas de nacidos mueren por él, casi en expiación de su nacimiento… Pertenecían a la generación que debía traicionarlo y crucificarlo. Mas los que fueron degollados por la soldadesca de Herodes no vieron ese día, no llegaron a ver matar a su Señor. Lo salvaron con su propia muerte y se salvaron para siempre . Eran Inocentes e Inocentes quedaron para toda la eternidad.
En España y el mundo hispánico, se celebra cada 28 de diciembre aquel trágico suceso, denominado por la Iglesia, el Día de los Santos Inocentes. Como casi todas las festividades que se celebran dentro del mundo cristiano, en la actualidad, muchas de estas, tenían su origen en festividades paganas.
Entre las diversas teorías sobre la fecha de esta celebración, se cree que durante la Edad Media, la Iglesia adoptó el 28 de diciembre como fecha oficial para celebrar el día de los Santos Inocentes, ya que coincidía, con el festejo del Día de los locos, prohibida por la iglesia en 1435 y cuya celebración se llevaba a cabo principalmente en Francia.
Durante los festejos, el centro de atención era aquello que no entraba en sociedad, es decir, los locos, los desquiciados, lisiados, aquellos que rompían con los estereotipos sociales; entre el bullicio de aquellos días se acostumbraban las bromas; las personas que sufrían dichas bromas eran principalmente miembros de la Iglesia: clérigos, diáconos y sacerdotes, es decir, los santos inocentes. Ese rasgo quedó hasta nuestros días. Dentro de esa hibridación cultural prevaleció el nombre del hecho histórico hebreo y las prácticas occidentales.
En México el 28 de diciembre se celebra en casi todo el país, principalmente de dos maneras, los feligreses que llevan obsequios al niño Jesús y los que ven esta fecha como una oportunidad para hacer bromas, generalmente pesadas. A pesar de que no es un día feriado, los festejos se llevan a cabo año con año.
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