Los funerales y velorios suelen ser un punto donde el silencio y resignación se unen para observar el paso de la vida. Su monotonía puede advertirse [como escribió Julio Cortázar] en las actitudes acaso patéticas (en el amplio sentido de la palabra) de los asistentes frente a la caja funebre.

Una abuelita llamada Jodie, desistió genialmente de continuar con uno de los rituales más venerados de nuestro tiempo; en lugar de propiciar el llanto y una larga despedida, propuso más bien continuar con la comunicación, a pesar de haber fallecido.

Received this at my grandmas funeral. What an icon. pic.twitter.com/EhxhzHJfoZ

— gracie perryman (@qrracie) October 18, 2022

La abuela, sabiendo del poco tiempo que le quedaba de vida, dejó en un pedazo de cartón doblado, con una fotografía de ella misma con el dedo medio levantado, la frase Let´s keep in touch (sigamos en contacto) junto a una tabla ouija, con la que esperaría que sus familiares se comunicasen con ella.

El descubrimiento, por parte de sus familiares ha generado revuelo en las redes sociales, donde la publicación ha generado más de 14 mil 400 retweets y 164 mil "likes", ante la originalidad y buen sentido del humor de la abuela.

Gracie, nieta de la difunta fue la que encontró el mensaje de su abuela y la encargada de hacerlo público.

Los eventos velatorios comenzaron a realizarse durante la edad media, cuando los familiares y cercanos colocaban el cuerpo del difunto sobre una mesa y daban el último adiós, sin embargo, también lo hacían esperando que el muerto despertara de su sueño y volviera con los vivos, como ya había sucedido anteriormente.

En aquellos tiempos se volvió común que personas cayeran en un estado mortuorio a consecuencia de intoxicaciones por diversas sustancias, tiempo después tal estado se conoció como catalepsia; un padecimiento donde se pierde la movilidad y los signos vitales, simulando haber muerto.

Aproximadamente, la persona despertaba al tercer día. Sin embargo, cuando recobraba el sentido, se hallaba dentro de una caja, debajo de la tierra. Al momento de profanar tumbas se dieron cuenta que los muertos habían intentado desesperadamente salir, rasgando con las uñas la madera. Al final morían asfixiados.

Por tal motivo, comenzaron a dejar al muerto en apariencia, durante tres días bajo la observación de familiares y cercanos, esperando su resurrección.

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