Han sido semanas tensas para los aliados de Occidente quienes temían una incursión de las fuerzas armadas de Rusia en Ucrania, y finalmente ayer se cumplieron algunos de los temores, pero un giro que nadie esperaba.
Las ciudades ucranianas de Donetsk y Luhansk se proclamaron como repúblicas independientes, y el presidente ruso Vladimir Putin reconoció su autonomía.
Estas regiones prorrusas han estado sufriendo los estragos de la guerra del Donbás desde hace 8 años, misma que ha dejado 14 mil muertos. Las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk combatieron contra el gobierno de Ucrania desde el 2014, en el marco de la anexión de Crimea a Rusia.
Aunque la Unión Europea sentenció que la independencia de estas regiones y la incursión rusa viola los acuerdos de Minsk, al Kremlin parece no preocuparle y ha desplegado a 150 mil soldados y artillería pesada en la frontera con Ucrania, mismos que ya están entrando en Luhansk y Donetsk con el pretexto de ayudar en una “misión de pacificación”.
Estados Unidos anunció sanciones comerciales y económicas para dichas ciudades y Rusia en respuesta a la escalada militar, algo que temen pueda ser el catalizador de un conflicto a gran escala, pues Ucrania es parte de los aliados.
Por su parte, Kiev, está en la disyuntiva de cómo responder ante el avance de los rusos en su territorio. A principios de la semana, el presidente Volodymyr Zelensky dijo que “no tiene miedo a nada ni a nadie” y que tampoco vacilaría en pedir “apoyo claro” a sus amigos de Occidente.
De momento ese es el panorama que se vive en Ucrania, donde los 3.5 millones de habitantes de las regiones insurgentes miran a Rusia esperando que los ayuden, mientras la comunidad internacional aún debate qué hacer al respecto y si esto derivará en una guerra mayor.
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