Tal vez uno de los lugares desconocidos para las nuevas generaciones en Tijuana, pero recordado por muchos de los que crecieron aquí, sobre todo en los años 50´s, es “El Pueblito”.
El Centro de Readaptación Social (CERESO) La Mesa, empezó a operar en la ciudad fronteriza el 20 de noviembre de 1956 con el objetivo de ejercer justicia, así como vigilar y castigar al crimen. Sin embargo, tres años después (1959), este terminó siendo conocido como “El Pueblito”,
“El término Pueblito, en el mundo de los CERESOS, es un término despectivo para hacer referencia a aquellas cárceles que presentan las peores condiciones en materia de vivienda, pero sobre todo de convivencia social”, comentó Josué Beltrán, Coordinador del Archivo Histórico de Tijuana.
Por su parte, medios locales de la época señalaban que esta penitenciaría era una ciudadela criminal, pues estaba autogobernada por los propios reclusos (específicamente los considerados en esos años de alta peligrosidad), y porque dentro de ella había explotación, corrupción, tráfico de drogas, trata de blancas, así como malas condiciones de hacinamiento, entre otras cuestiones.
“Ahí la gente podía entrar y salir y quedarse a dormir, ahí los custodios nomas andaban ahí vigilando, pero en sí no tenían ni voz ni voto, quien mandaba ahí era la gente, porque ahí había mucha gente que estaba bien acomodada, estamos hablando de gente pesada”, contó José, un ex reo de este penal, para San Diego Red.
Respecto a esto, Beltrán mencionó que según la información que se tiene, todo indica que esto fue posible debido a esfuerzos coludidos con los cárteles de la droga que en ese momento gobernaban la plaza de Tijuana.
Fue así que quienes tuvieran el dinero suficiente podían “vivir” de la mejor forma en “El Pueblito” en donde era tanto el poder de los reclusos que hasta había pequeños restaurantes, tipo fondas. También se construyeron casas y departamentos, mismos que se ponían en renta.
“Otra cosa que le daba fama al nombre de Pueblito era que vivían familias enteras. Ahí adentro del CERESO de La Mesa nacían niños que nunca habían salido de la penitenciaría”, agregó Beltrán, quien dijo que el derecho de convivir con su familia se lo ganaban solo ciertos reos. Respecto a los registros, no se tienen datos oficiales sobre el número de familias ni de los niños nacidos en estas instalaciones.
José fue uno de los reos que vivió en este “Pueblito” con su familia durante los últimos tres de los cinco años que le correspondieron cumplir, durante la época de 1995 al 2000.
Según platicó, al ingresar a este CERESO estuvo solo, pero posteriormente él y su esposa decidieron que ella se fuera a vivir ahí, ya que tenían a su primera hija y querían pasar tiempo juntos. Para esto rentaron una “Carraca”, como se le conocía a las casas construidas en este penal.
“Ella salía todos los días porque tenía que trabajar y yo me puse a buscar una carraca para poder vivir”, dijo José. Su esposa se encargaba de pagar dicha casa, aunque él en algunas ocasiones conseguía dinero ahí mismo.
Posteriormente adquirieron una de las “Conyugales”, que era una zona exclusiva ubicada en el edificio dos del penal, a la que no cualquiera podía acceder. Eran dos pasillos que en conjunto sumaban 24 cuartos, mismos que contaban con su propio guardia quien permitía el pase solo a quienes vivían ahí. Asimismo disponían de una parrilla para cocinar, regadera, “bunque” (pequeño cuarto donde solo cabías acostado), una cama de fierro, entre otras cosas.
¿Qué hacían los niños/as? De acuerdo con el relato de José, no recibían clases pues no había una escuela, por lo que solo jugaban en las canchas que había en el penal, en donde podían encontrar algunos juguetes.
Aunque al tener este “Pueblito” un teatro, el cual era un salón grande con muchas sillas, en algunas ocasiones podían disfrutar de una obra que iban a presentarles.
Cabe mencionar que en dicho teatro es donde José se casó con su esposa, junto con cerca de 40 parejas más.
“Empezaron a decir que iba a ver casorios para una fecha ya establecida y se empezó a correr el rumor ahí en la penitenciaría, y nosotros tomamos esa decisión (...) nos inscribimos, dimos nuestros nombres y ahí la fecha que indicara; y ya ella (su esposa) se encargó de traerme ropa y lo que íbamos a ocupar. Y el día que se iba llevar la boda, en un lugar que se llamaba el teatro, ahí prepararon todo y vino gente del exterior, los que casan a las personas; éramos como 40 parejas que nos íbamos a casar, hicimos fila y firmamos”, detalló José.
¿Qué más había en “El Pueblito”?
- Taller de soldadura
- Plan Modelo y Narcóticos Anónimos (Espacios donde se recuperaban las personas)
- Enfermería
- Iglesia/templo
- Teléfonos
- Pasillos donde se congregaban personas que practicaban una religión o querían hacerlo
- Una malla que cercaba el penal, desde la cual se podía ver hacia afuera.
“Se miraba pa´la calle y la gente de afuera pa´dentro nos miraba. Ya con el tiempo empezaron a poner puertas”, dijo José.
- Estaban los famosos “mandaderos”, los cuales eran reos que se dedicaban a hablarle a aquellos que eran buscados desde la malla por familiares o conocidos.
- Había un gallinero cerca de la malla, mejor conocido como “El Grito”, en donde por tres días se ponía a los reos que iban ingresando.
El grito es donde se ponían varios custodios (guardias) por un lado y otros por otro lado, y uno tenía que pararse en frente y gritar el nombre de uno, el alias y el delito por el cual ibas, y se llevaba a cabo por tres días; y ya que hacías eso ya te pasaban pa´dentro, al cuadro (se refiere al penal ya que era cuadrado), donde están todos los reos.
De acuerdo con el Coordinador del Archivo Histórico de Tijuana, el CERESO La Mesa fue pensado para albergar a 2 mil reos, pero cuando en agosto de 2002 fue intervenido por el gobierno federal a través de una operación encubierta, tras saber la clase de penal en el que se había convertido, siendo considerado incluso el peor de México; se contabilizaron 6 mil 740 reos, de los cuales aproximadamente 500 fueron los que se ganaron el derecho de que su familia viviera con ellos.
Fue así que con esta intervención donde participaron cerca de 2 mil elementos “El Pueblito” desapareció.
Se dice que el cartel de reos, que se cree controlaba el penal, fue dividido en grupos de 15 y de 20 para ser trasladados a diferentes penales de máxima seguridad en el país, el resto fueron llevados al penal El Hongo en el municipio de Tecate.
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