Incendios forestales, falta de precipitaciones y la ausencia de agua en varios estados de la República durante los últimos años han propiciado que cada vez más México se acerque una grave sequía sin precedentes.
Ha destacado por ejemplo la erosión de la tierra en Tlaxcala donde han desaparecido 450 hectáreas de agua. En la presa E Muerto ya no hay vida acuática y la terrestre tuvo que abandonar el lugar.
En el Estado de México se ha desatado también un pleito por el agua de la Presa Madín pues el bajo nivel del agua en el Sistema Cutzamala ha disminuido el abasto en la capital del país y eso afecta directamente a los vecinos de Naucalpan y Atizapán.
Un panorama desolador se hace presente en Puebla con 86 minicipios con sequía moderada; en Veracruz la Laguna El Farallón antes daba empleo, ahora da tristeza pues debido a la sequía ya no se puede proveer agua a los ranchos aledaños. La desaparición de los cuerpos acuíferos ha sido propiciada por la ganadería, el cultivo de caña de azúcar y la minería. De los 8 metros de profundidad solo quedan 50 centímetros.
Finalmente, destaca la desaparición del glaciar Ayoloco, uno de los pocos que aún existía en México y que era una gran fuente de agua dulce, ubicado en la cumbre del volcán Iztaccíhuatl.
La Universidad Nacional Autónoma de México anunció el lamentable hecho y a través del Instituto de Geofísica mandaron a colocar una placa de acero de “deshonra” en el sitio para hacer conciencia del impacto del cambio climático y la acción humana.
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