Una cámara de seguridad gira en sí misma desde arriba: graba a unos jóvenes en el punto de venta de mariguana, cocaína y piedra (crack) en una esquina, tras la pantalla los observamos: nosotros somos esa cámara. Uno de los jóvenes lanza una piedra y le da en la madre a la cámara. A nuestra mirada. Así empieza, por supuesto, la mejor serie televisiva de todos los tiempos, estoy hablando de The Wire. No me cansaré jamás de recomendarla. Digo todo esto con la advertencia que se trata de una serie de gánsteres. Sin mucho glamour. Donde gente muere o resulta malherida en cada capítulo.
La primera temporada de The Wire, entre otras cosas, se enfoca en el negocio del narcomenudeo y sus efectos residuales en la ciudad de Baltimore Estados Unidos, pero bien podría ser Roma Italia o Tijuana México. Durante cinco temporadas la serie evoluciona dedicando la segunda a la corrupción y los sindicatos, la tercera al sistema educativo y sus deficiencias, la cuarta a las elecciones y los políticos, y la quinta y última a los medios de comunicación. De todos los personajes emblemáticos que presenta el que más me impactó fue el de Stringer Bell, el segundo al mando de una empresa criminal. Un gerente operativo con grandes deseos de superación, también lee, investiga y estudia, con la meta de legitimar su organización.
Federico Campbell, en su libro La era de la criminalidad (Fondo de Cultura Económica 2014), nos dice que “de las series televisivas actuales es muy posible que Los Soprano sea la que mejor ilustra la era de la criminalidad en al que ya entramos hace muchos años y de la que no sabemos cuándo vamos a salir. A esto hemos llegado. Nunca como ahora la extensión de la economía criminal había sido tan grande: un verdadero desafío armado y logístico a lo que queda del Estado moderno en este tramo de la historia. Misha Glenny, autor de Mc Mafia, cree que todo esto es consecuencia de la globalización y que la nuestra es la edad de oro de la mafia: la edad del crimen. El mismo periodista inglés de origen ucraniano piensa que otra de las series que nos permite entender el fenómeno es The Wire.”
David Simons, creador de The Wire, comenzó su carrera como periodista, igual que grandes escritores; Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte, por mencionar a algunos. En una época, la prensa también era una escuela literaria, eran talleres vivos donde hervía la creatividad. “Con 21 años entré en The Baltimore Sun y me adjudicaron el turno de noche de la policía", comentó David Simon en una entrevista en 2013.
Hace más de 10 años, el tío Federico Campbell me regaló la primera temporada de The Wire en DVD. Como me gustaría devolverle el favor con la serie de BBC/Netflix Pinky Blinders, anoche termine de ver la quinta temporada. Me quedé picado en el surgimiento del fascismo, un Aburto, la satanización de las minorías, el uso de las “fake news” y el inicio de una nueva década. Todos temas actuales en una serie que se desarrolla la Inglaterra de hace 100 años. Definitivamente las cosas no han cambiado mucho.
El próximo sábado 15 de febrero se cumplen 6 años de ausencia física del tío Federico, y como habrán leído, está tan presente como siempre en el tema. Me gustaría comentarle sobre Tomy Shelby, el jefe del clan, quien empieza en como pandillero en los barrios bajos Birmingham para llegar en pocos años y muchos muertos, a legitimar sus negocios y tomar un curul en el parlamento británico. Dice Mario Varga Llosa que la serie televisiva El patrón del mal sobre Pablo Escobar, deja la impresión escalofriante de que, si el poder y la fortuna no le hubieran empujado a excesos patológicos, podría haber llegado a ser presidente de Colombia.
“Se que todos quieren que diga que cambiaré, que este puto negocio cambiará, pero he aprendido algo en los últimos días. Esos cabrones… Esos cabrones son peores que nosotros, Los políticos, los putos jueces, los lords, y las ladies. Son peores que nosotros, y por más legítimos que seamos, nunca nos dejaran entrar en sus palacios por ser quienes somos.” Nos dice Tommy Shelby en una de las primeras temporadas de Pinky Blinders. En eso los italianos no cantan mal las rancheras ya que la mejor serie tijuanense es Suburra, ninguna como esta cuenta la eterna historia de como entremezclan sus intereses los políticos corruptos, la Mafia y el clero.
Ojalá se hiciera un buen relato policíaco y drama político en Tijuana, sobran ingredientes e inspiración, no como el desperdicio de talento que fue la serie Tijuana de Netflix, saturada de clichés, y de lugares comunes que ni el gran actor Damián Alcázar pudo salvar. No así no. Preguntaré a mi amigo Felipe Parra Sámano qué opina de esto, también a Vicente Alfonso. Hablo de algo de la pluma de alguien que entienda la complejidad de la ciudad, del tijuanense y de los tejes y manejes de nuestra política, y de los contrastes socioeconómicos de la vida en la frontera. Que el guión fuera de alguien que haya salido del periodismo como Daniel Salinas Basave por ejemplo. ¿Se imaginan?
Si puedes manejar un poco (o un maratón) de buena televisión, deberías disfrutar de The Wire, ya que está disponible en el servicio de streaming de HBO. Si Netflix es lo tuyo, podrías disfrutar de Ozark donde también el crimen organizado, en especial el lavado de dinero y la iglesia tienen cabida. Si te late chocolate el humor negro y la familia, nada se compara a la serie Fargo de los hermanos Coen. Pero si quieres estar intrigado como yo, con ese sabrosito qué le pasará a Tommy Shelby, “por orden de los Peaky Blinders…” siéntate, relájate y disfruta el show.
Comentarios
Facebook
SanDiegoRed
Nuevos
Mejores