¿Por qué estoy siendo tan duro con la cinta? Pues pareciera que, más que contar una buena historia, el director y guionista Rigoberto Castañeda se empeña en presumir sus proezas directoriales, claro ejemplo es un larguísimo e innecesario plano secuencia donde se recorre una casa a detalle para no contar nada que pudiera tener valor en la trama. El ritmo de la película es pésimo y fácilmente pudiera haberse contado con 40 minutos menos del tiempo que tarda en llegar el desenlace, el cual es abrupto y poco satisfactorio, sin dejar claro o resolver el conflicto de la película.

Los diálogos son risibles y es evidente en varios momentos que los actores batallaron para decirlos de manera convincente, restándole cualquier impacto que podrían tener. La historia va y viene sin un rumbo fijo y deja detrás todo lo que la primera parte logra construir, una nueva versión de la leyenda de La Llorona, pero acá termina convirtiéndose en una versión diluida sacada de algún videojuego como Silent Hill, incluso el diseño del "fantasma" o lo que sea que termina convirtiéndose el personaje de Iliana Fox parece sacado de dicho título.

No todo es malo, como mencioné anteriormente la producción y efectos especiales son excelentes, pero no lo suficiente como para salvar una trama pobre y una dirección floja (o demasiado ensimismada) que no permite la historia avanzar. Hay buenas ideas aquí, pero nunca son explotadas o desarrolladas satisfactoriamente, al menos no como para mantener la atención de la audiencia. En mi caso, me tocó ver gente abandonando la sala a mitad de la cinta, mientras que otros dormía o bobeaban en el teléfono. Es una lástima que este haya sido el caso, ya que el cine de género en México sigue en vías de legitimarse y productos como este lejos de ayuda sólo lo perjudican.

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