Redacción EE.UU., 4 ene (EFE).- Nadie cuestiona que los números que consiguieron los ex peloteros, el puertorriqueño Roberto Alomar y el cubano Rafael Palmeiro son merecedores de llegar al Salón de la fama, algo que esperan pueda darse mañana, miércoles, cuando se conozca la votación para la clase del 2011.
Mientras que Alomar ya entró el año pasado en la primera lista para ser votado y se quedó fuera por sólo ocho votos, Palmeiro debuta entre los candidatos con derecho a llegar al recinto sagrado y por números también podría conseguirlo, pero la sombra del posible consumo de esteroides se cierne sobre su elección.
Más claro estaba para los expertos la elección de Alomar cuando el año pasado se pensó que su ingreso al Salón de la Fama estaba garantizado.
El propio Alomar así lo creyó que inclusive hizo todos los preparativos para que los medios de comunicación tuviesen acceso a como iba a reaccionar, algo que mostraron pero no fue precisamente una imagen de felicidad sino de frustración y tristeza porque se quedó fuera.
Alomar, que marcó una época en su carrera como segunda base espera que esta vez no ocurra lo mismo y a la inversa de lo que estableció el año pasado, en esta ocasión ha decidido mantenerse en la intimidad y la discreción de no hacer ningún tipo de declaración.
De hecho sólo se sabe que Alomar se encontrará en la sede de los Azulejos de Toronto, equipo con el que ganó de forma consecutiva las Series Mundiales de 1992 y 1993, cuando se de a conocer el resultado de la votación del panel de periodistas expertos que cubren la información del béisbol profesional de las Grandes Ligas.
Sus familiares piensan que esta vez si va a conseguirlo y su valoración no es tanto por motivos de parentesco sino porque los números que consiguió Alomar como profesional le hacen merecedor de estar entre las leyendas del deporte pasatiempo nacional.
Sin embargo, lo sucedido el año pasado, cuando se estuvo tan cerca del número mágico y al final se quedó fuera como le sucedió al lanzador holandés Bert Blyleven, ha hecho que prefiera mostrar sus sentimientos si al final recibe la llamada afirmativa para la cita de exaltación al templo de los inmortales en Cooperstown.
Alomar era considerado como carta fija para ingresar en el primer intento y muchos reaccionaron perplejos cuando por ocho votos no logró alcanzar el 75 por ciento mínimo necesario de los votos de los miembros de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica.
El ex pelotero puertorriqueño se quedó con 397 votos (73,7 por ciento), el porcentaje más alto para un candidato que no salió elegido en su primer año.
Blyleven llegó a los 400 votos (74,2 por ciento), sólo le faltaron cinco votos para conseguir la elección.
Los ex peloteros que salgan elegidos tendrán como compañero al veterano dirigente Pat Gillick en la ceremonia de ingreso el próximo 24 de julio.
Gillick, quien el mes pasado fue elegido por el Comité de Veteranos, fue el gestor del traspaso que precisamente facilitó la llegada de Alomar a los Azulejos.
"Se lo merece totalmente", comentó Gillick sobre las credenciales de Alomar. "Probablemente es el mejor segunda base que he visto, uno completo tanto en defensa como en ofensiva, en los últimos 20 años".
El directivo se mostró muy ilusionado que al margen de la alegría y satisfacción de entrar el recinto de los inmortales lo hiciese de la mano de un ex profesional con el hizo posible sus logros como responsable de la formación de novenas ganadoras.
"Estuvo tan cerca el año pasado y espero que éste lo conseguirá", señaló Gillick. "Sería una gran emoción que ambos pudiésemos entrar al mismo tiempo al Salón de la Fama".
Al margen de lo que pueda suceder en la nueva votación, todavía queda la interrogante de por qué no lo consiguió en el primer año que entró en la lista de votación.
La teoría más defendida es que un sector de votantes le pasó la factura por el tristemente célebre episodio de 1996 en el que escupió en la cara al umpire John Hirschbeck.
Ambos se reconciliaron posteriormente y el propio Hirschbeck ha hecho campaña a favor de Alomar para el Salón de la Fama.
De ahí que nadie cuestiona que sus números no tienen discusión después que Alomar disputó 12 Partidos de las Estrellas en una brillante carrera que abarcó 17 temporadas.
Alomar se retiró con .300 de promedio al bateo, 2.724 imparables, 210 jonrones, 474 robos y 10 Guantes de Oro a la excelencia defensiva.
Para el béisbol de Puerto Rico, la elección de Alomar asegurará la presencia de dos miembros vivientes en Cooperstown, uniéndose al legendario Orlando Cepada. El otro boricua es el extinto, querido y añorado Roberto Clemente.
Mientras que Blyleven, en su penúltimo año de tener la opción de ser elegido, también aguardará la noticia en privado, alejado de los medios de comunicación, en su casa en Fort Myers (Florida).
A Blyleven la ha costado cruzar la barrera porque sus detractores consideran que nunca fue un lanzador dominante al retirarse con una marca de 287-250 y 3.31 de efectividad.
Pero como profesional aparece quinto en ponches (3.701), noveno en blanqueadas (60) y decimocuarto en episodios lanzados (4.970).
Otro pelotero latinoamericano, el cubano Palmeiro también tendrá protagonismo en la votación de mañana miércoles, cuando los encargados de dar los votos repasen su trayectoria profesional junto a las de Jeff Bagwell, Mark McGwire y el puertorriqueño Juan González, todos marcados por la sospecha del uso de esteroides.
Dentro del béisbol existe el "lema" que cualquier pelotero que supera los 3.000 imparables, 500 jonrones o gana 300 juegos tiene asegurado el boleto para llegar al Salón de la Fama.
Palmeiro conectó 539 cuadrangulares y acumuló 3.020 imparables, lo que objetivamente le dan todo el derecho a estar en el Salón de la Fama.
Legendarios como Willie Mays, Hank Aaron y Eddie Murray son los únicos tres bateadores que en el pasado superaron la marca de los 3.000-500 y fueron electos en su primer año.
Pero Palmeiro es consciente que sobre su figura existe la sombra del dopaje y está ocupado defendiendo su reputación, que se arruinó cuando en 2005 dio positivo por un esteroide apenas tres semanas después de haber alcanzado los 3.000 imparables y haber negado categóricamente ante el Congreso de Estados Unidos que se dopo.
"Dije la verdad en ese momento, y estoy diciéndola ahora", declaró Palmeiro la semana pasada a la revista "Sports Illustrated".
Palmeiro, tras reiterar que nunca consumió esteroides, también reconoció que no iba a convencer a la gente que cree que los uso de manera intencional.
Su gran esperanza es que los responsables de la votación estén convencidos de lo que dice, porque de lo contrario su llegada al Salón de la Fama, cuando menos, está en cuarentena.