Washington, 8 mar (EFE).- El estado de Utah, donde residen aproximadamente 110.000 inmigrantes indocumentados, no es un paraíso pero al menos quiere mostrar al mundo que "no es Arizona", al aprobar medidas que beneficiarán a los extranjeros clandestinos.
Sólo el Gobierno de Washington puede hacer cumplir las leyes federales de inmigración, pero el Congreso de EEUU se muestra inapetente para corregir de una vez el problema de la inmigración ilegal.
Ese vacío ha dado pie a un mosaico de soluciones que incluso podrían considerarse anticonstitucional. Pero el estado de Utah, conocido por pintorescos centros de esquí y su diversidad natural, ahora da un paso adelante en el campo migratorio.
Una de las medidas aprobadas por su legislatura el viernes pasado requiere que la policía verifique el estatus migratorio de toda persona detenida por un delito grave, mientras que la otra propone un permiso laboral de dos años para "trabajadores huéspedes" provenientes de Nuevo León (México), y sanciones para negocios que contraten a indocumentados fuera de ese programa.
Para conseguir una cédula de identidad de "trabajador huésped", los indocumentados y sus familias deben primero pagar una multa de hasta 2.500 dólares y estar libres de antecedentes penales. Para los que entraron legalmente pero dejaron vencer sus visas, la multa sería de 1.000 dólares.
El gobernador republicano de Utah, Gary Herbert, apoyó las medidas adoptadas por la legislatura estatal dentro de un paquete de inmigración, pero no ha dicho cuándo las promulgará.
Pero al adoptarlas, los legisladores estatales han dejado de manifiesto que no quieren entrar en el mismo saco que Arizona, que se ha ganado la etiqueta de "racista" tras promulgar el año pasado la SB1070, que criminaliza la presencia ilegal ese estado del suroeste de EEUU.
De hecho, la senadora demócrata estatal de la ciudad de Salt Lake, Luz Robles, que propuso el permiso de trabajo temporal, dijo recientemente al diario "Deseret News", que Utah ha querido dar el ejemplo al demostrar que "no tiene miedo a hacer frente a asuntos muy complicados".
Representantes de las lucrativas industrias agrícola y del turismo en Utah, que emplea a miles de inmigrantes latinos, consideran que el paquete de medidas migratorias es algo "sano" para los negocios del área.
En vez de sumirse en la absurda utopía de deportar a la población indocumentada, los legisladores de Utah han reconocido los aportes de la mano de obra barata a la economía local y la urgencia de frenar la separación de las familias inmigrantes, según activistas.
En 2010, Utah se convirtió oficialmente en el primer estado en autorizar un tipo especial de licencias de conducir para indocumentados, aunque éstos no pueden usarlas como cédula de identidad para entrar en instalaciones federales.
Hace seis años, la legislatura estatal la aprobó de manera opcional y hasta la fecha, cerca de 42.000 indocumentados la han conseguido.
Estas licencias responden a un asunto de seguridad pública y permiten controlar cuántos y quiénes son los que conducen en Utah.
Si bien una veintena de estados contemplan leyes como la SB1070 de Arizona, en lo que va de 2011 proyectos similares han encontrado su tumba en las legislaturas de al menos seis estados, debido en parte a presiones fiscales, sociales y políticas.
Eso permite pensar que la moderación comienza a imperar en sitios como Colorado, New Hampshire, Dakota del Sur y Wyoming, mientras que en otros estados medidas similares a la SB1070 también se encuentran en la cuerda floja.
Salvo sus más férreos defensores, de entre filas conservadoras, la SB1070 se ha ganado la repulsa de empresas, autoridades policiales y activistas pro-reforma.
Quizá los legisladores estatales se han dado cuenta de que medidas anti-inmigrantes, como las que apoyaron en 2010 candidatos republicanos aupados por el movimiento conservador "Tea Party", no resolverán el problema migratorio y ahuyentarán a un creciente sector del electorado.
Los activistas pro-reforma esperan que, más temprano que tarde, un mayor número de políticos abandone su rebelión anti-inmigrante y acepte finalmente esa realidad.
Utah se aparta de la corriente anti-inmigrante en EEUU
El estado de Utah, donde residen aproximadamente 110.000 inmigrantes indocumentados, no es un paraíso pero al menos quiere mostrar al mundo que "no es Arizona", al aprobar medidas que beneficiarán a los extranjeros clandestinos.
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